Cuando Jason Statham tenía pelo y soñaba con los Juegos Olímpicos: "No era lo mío"
El actor británico, que acaba de cumplir 54 años, compitió en su juventud como saltador de trampolín, aunque pronto decidió que no era su vocación.
Hablar de Jason Statham es hacerlo de una figura peculiar dentro del panorama cinematográfico internacional. Antes de que aterrizara en Hollywood de la mano de Guy Ritchie para protagonizar dos joyas como Lock and Stock y Snatch: cerdos y diamantes, el británico trabajaba habitualmente como modelo para importantes firmas como Tommy Hilfiger, Levi's y French Connection. Más tarde llegó su consagración con la saga Transporter y de ahí al estrellato para ser considerado, por derecho propio, como uno de los actores más icónicos del cine de acción en el siglo XXI.
El actor, que acaba de cumplir 54 años, también es un habitual en los últimos tiempos de la franquicia Fast & Furious, pero hubo un tiempo en el que el deporte ocupaba buena parte de su tiempo. Apasionado del futbol y del salto de trampolín, el británico llegó a competir, luciendo melena, con Inglaterra en los Juegos de la Commonwealth en 1990, celebrados en Auckland (Nueva Zelanda).
"Y fue una gran experiencia, ya sabes, viajar por el mundo y competir a cierto nivel. Te enseña disciplina, concentración y ciertamente te mantiene fuera de problemas", explicaba en una entrevista de 2003 con IGN.
"Es un punto doloroso que nunca lograra competir en unos Juegos Olímpicos. Empecé demasiado tarde. Probablemente no era lo mío tampoco. Debería haber probado con un deporte diferente", añadía el Statham, que llegó a ocupar el duodécimo puesto del ranking mundial, aunque se quedó a las puertas de competir en Seúl (1988) ni posteriormente en Barcelona (1992)
"El salto era obviamente un pasatiempo para mí, y siendo un deporte amateur no se podía ganar dinero”, concluía el británico, que quizá sienta algo de frustración por no haber podido competir en una cita olímpica, aunque no puede decir que la vida le haya tratado mal. Para nada.