Rafa Nadal sigue perdido: KO frente a Thiem sobre tierra
El campeón de 14 grandes pierde su tercer partido del año. En semifinales por 6-4, 4-6 y 7-6 (4) después de tener una bola de partido ante el 19º del mundo.
Rafa Nadal no emite señales de esperanza y naufragó en la semifinal del Abierto de Argentina, donde defendía título, por 6-4, 4-6 y 7-6 (7/4) tras casi tres horas (2h:50). Su verdugo fue Dominic Thiem, el top-20 (19º) más joven del circuito con 22 años, que disputará la final con el ganador del David Ferrer-Nicolás Almagro.
El austriaco es un jugador al alza que se maneja bien en arcilla, donde tiene tres títulos. Pero en otros tiempos, un tenista con revés a una mano y sobre tierra habría sido engullido por Nadal, que no aprovechó una bola de partido sobre saque del austriaco y dejó que este se disparara al 3-0 en la muerte súbita final.
La presión, la ansiedad que el de Manacor reconoció sufrir el pasado curso cuando ha cimentado su carrera sobre una fuerza mental aplastante, no parece haberse esfumado.
El campeón de 14 grandes, el rey de la tierra donde ha ganado 47 títulos, se apuntó a Buenos Aires para reencontrarse. Después de la aciaga temporada de 2015, dominada por la ansiedad, se machacó en pretemporada. Tras un primer frenazo frente a Novak Djokovic en la final de Doha, previsible pero no por ello menos hiriente por lo abultado (6-1 y 6-2), llegó el batacazo de la primera ronda en Australia contra Fernando Verdasco. Buenos Aires no estaba en su calendario, pero se alistó buscando una "inyección de energía positiva". Se marcha a Río de Janeiro sin ella y con más nubes negras sobre su mente.
El rictus de Nadal, sin alegría, denotó lo que fue el partido. Se dejó voltear un break en la primera manga. En la segunda se agarró a la pista con orgullo y consiguió meterse en la pelea. En el inicio del tercer set perdió su servicio, recuperó el break (2-2), lució un buen nivel cuando consiguió entrar en los intercambios pero el tie-break le pesó como una losa. La derrota se explica más que desde los números desde las sensaciones. Y siguen sin ser buenas.