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Unos Juegos que no son Juegos

Múnich alberga desde este jueves la segunda edición de los European Championship, un evento multideportivo que concentra varios campeonatos continentales en la misma sede y en las mismas fechas. Competirán unos 4.700 atletas de 50 países para repartirse 177 títulos de nueve deportes diferentes, dos más que en el primer certamen, que congregó seis disciplinas en Glasgow y otra en Berlín. De aquella experiencia repiten el atletismo, el ciclismo, la gimnasia artística, el remo y el triatlón, pero se ha perdido la natación, que organiza sus propios Europeos en Roma, igualmente en estos días de agosto. Una pérdida sensible, porque los deportes acuáticos conforman uno de los pilares fuertes del mundo polideportivo. También ha salido el golf del programa, pero en su lugar han entrado el piragüismo, la escalada, el voley playa y el tenis de mesa. Todo con apariencia de Juegos, pero sin ser unos Juegos, precisamente en una ciudad alemana con memorable historial olímpico. Una buena fórmula para aumentar el foco de unos Campeonatos que a veces se diluyen en el verano.

En el origen de este evento de eventos hay una reacción a la creación de los Juegos Europeos, que ya han celebrado dos ediciones en Bakú 2015 y en Minsk 2019, y prepara la siguiente en Cracovia 2023. Las federaciones europeas detectaron la amenaza que suponía perder sus títulos continentales en favor de una reunión no controlada por ellas, sino por los comités olímpicos nacionales asociados en la EOC, que hacen su propia explotación. De hecho, algún deporte como el judo ya repartió hace tres años sus oros europeos en Minsk, que sustituyó a su propio campeonato. Frente a esa alerta, otros deportes decidieron desplazar a delegaciones más débiles, como fue el caso del atletismo. De momento, las dos competiciones han logrado coexistir con continuidad, pero sin asentarse del todo.