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Una partida con tres ases

Este año vimos a Tom Pidcock volar en la etapa del Alpe d’Huez. Lo hizo en el mismo Tour en el que Wout van Aert fue elegido el más combativo, después de ganar tres etapas y de aupar a su compañero Jonas Vingegaard al maillot amarillo. El mismo premio de la Combatividad que recibió Mathieu van der Poel como animador del Giro, aunque su gran victoria del año la logró en el Tour de Flandes. Los tres brindaron actuaciones brillantes durante la temporada de ruta, el calendario principal del ciclismo, pero ya les tenemos otra vez a los lomos de una bicicleta, en otro calendario menos mediático, pero que cada vez goza de más adeptos internacionales, en gran parte gracias a ellos, y especialmente a los duelos entre Van der Poel y Van Aert, que llevan rivalizando desde niños, en diferentes frentes. Me refiero a la temporada de ciclocross, que en los últimos años ha dejado de ser una cosa exclusiva de belgas, para abrirse a un público más amplio.

Un momento álgido de la campaña era saber en qué carrera iban a coincidir por primera vez los tres campeones mundiales. El reencuentro se produjo el pasado domingo en Amberes, en la octava prueba de la Copa del Mundo. El triunfo se lo llevó Van der Poel, igual que había hecho una semana antes en su estreno en Hulst, por delante de Van Aert, que abrió su curso con esa segunda plaza. Pidcock sólo pudo ser octavo, aunque el día anterior había ganado en el Superprestigio de Boom, su segunda victoria tras el Trofeo de Cortrique. Ya están todos sobre el barro. El trío de ases en juego. Habrá más partidas, una de ellas quizá en España, en Benidorm, que se unirá a la fiesta el 22 de enero. Y otra, la partida suprema, el Mundial de Hoogerheide, el 5 de febrero. A la espera de que regrese la carretera, disfrutemos del ciclocross, del ciclismo de invierno. Un espectáculo en sí mismo.