Una cuestión de egos
La afirmaciones grandilocuentes suelen volver rebotadas en forma de ‘boomerang’.

El problema de los egos futbolísticos no es su tamaño, sino su volumen. Dicho de otra forma: tener ego es fundamental en un deporte basado en la competitividad, pero hay egos silenciosos, discretos y prudentes, como los de Pedri, Modric o Kroos, y hay egos que necesitan hacerse notar constantemente, egos que si no se alimentan a diario estiran la pata como un Tamagotchi.
Lo de que el vibrato de tu ego suene con demasiado volumen puede llegar a ser contraproducente, e incluso traer mal fario. En la repesca para el Mundial de 2014 entre Suecia y Portugal, Ibrahimovic dijo que “solo Dios” sabría qué es lo podía pasar durante ese partido. Un periodista le replicó que iba a ser difícil preguntarle directamente a Dios, a lo que Ibrahimovic, muy serio, respondió: “Estás hablando con él”. Por supuesto, Suecia perdió esa repesca e Ibrahimovic se pasó los días posteriores diciendo que el Mundial no merecería la pena sin su presencia. La bravuconada de Zlatan puede llegar a recordar a la de Lamine Yamal en la previa del Clásico, porque las afirmaciones grandilocuentes antes de grandes partidos suelen volver rebotadas en forma de boomerang.
Bajo los indomables egos futbolísticos yacen talentos excepcionales, como el de Vinicius. Egos con una peligrosa inclinación hacia la controversia cuando superan el umbral de sus propias frustraciones. Ese precisamente es el problema de Vinicius. Se entiende su enfado y calentón durante el Clásico porque tenía ganas y fútbol de sobra. Lo que no se entiende es su mala gestión reincidente de la frustración.
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El vestuario es un ambiente delicadísimo que los entrenadores tienen que saber manejar y desactivar, como un TEDAX en los bajos de un coche. Xabi Alonso tendrá bastante claro a estas alturas que a Vinicius es difícil silenciarlo, por mucho que luego enmiende sus fanfarronadas con disculpas, por lo que no queda otra que aprender a afinarlo, al menos mientras su juego siga siendo tan determinante como lo es. A fin de cuentas, ni uno ni otro, ni Xabi Alonso ni Vinicius, están por encima del club al que pertenecen.
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