Tourmalet y Angliru, mitos de ayer y de hoy

La presencia del Tourmalet y el Angliru en el menú de cualquier carrera ya es una garantía sobrada de éxito. Pero el recorrido de La Vuelta 2023 brinda mucho más. No es la primera vez que estos dos colosos aparecen juntos, ya iban a hermanarse en 2020, pero la pandemia aplazó la ascensión francesa para un mejor momento. Pues bien, ese momento ha llegado. La ronda española vuelve a unir al puerto más mítico de la historia con un mito de joven cuño. Por un lado, el Tourmalet, la primera gran subida del Tour, aquel gigante de los Pirineos que se estrenó en 1910 gracias a una mentira de Alphonse Stéines a Henri Desgrange sobre la viabilidad de la calzada, en la prehistoria de esta aventura infinita llamada ciclismo. Por otro, el Angliru, que presentó sus rampas infernales en la Vuelta en 1999, con victoria del Chava Jiménez entre niebla y misterio.

Son dos leyendas de ayer y de hoy, que maridan tradición y modernidad, igual que casi todo el trazado de 2023, un apasionante viaje de 3.154 kilómetros entre Barcelona y Madrid, que ofrece mucho más que dos grandes montañas, aunque ya sería suficiente. Ofrece, por ejemplo, la subida a Larrau, previa a la inédita llegada a Larra-Belagua; o un nuevo puerto, La Cruz de Linares, en la inagotable Asturias; o esa penúltima etapa en la Sierra de Guadarrama con formato de clásica, al estilo de la trampa que montó Óscar Pereiro en Galicia hace dos años. Contrarreloj no hay mucha: una por equipos en Barcelona de 14,6 km y otra individual en Valladolid de 25 km. Pero esa es la tendencia del nuevo ciclismo. La Vuelta, fiel a su costumbre, esconde sorpresas casi diarias. Se anuncian seis etapas de media montaña; llegadas en alto a Arinsal, Javalambre, Xorret de Catí, Laguna Negra, el novedoso Bejes… Un muestrario al servicio de los actores principales, los ciclistas, que deberán convertir este mapa en espectáculo. Terreno tienen para ello.