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Repaso de la A a la Z. Ni en el peor de los presagios hubiesen imaginado, ni Ancelotti ni sus hombres, que el equipo de Xavi iba a darles un meneo de semejante calibre. El Barça salió en Riad a morder en la búsqueda desesperada de su primer título en 21 meses. El Madrid salió dormido, andando, a verlas venir. Ni siquiera el hecho de que el 80% de las gradas del Rey Fahd fueran madridistas sirvió de acicate para que los blancos tirasen de orgullo para evitar el destrozo que finalmente sufrió su tropa. El 3-1 final es casi la mejor noticia de un Clásico dominado por los azulgrana con una superioridad que llegó a resultar desesperante. Presionaban como lobos y el Madrid sacaba el balón como de un campo de minas...

Nacho en el banquillo. Nadie podrá tacharme de ventajista porque lo avisé en Carrusel antes de arrancar la final de Riad. No entendí la suplencia de Nacho, junto a Militao el defensa más fiable que ahora mismo tenemos. Lo de Rüdiger y Mendy ya empieza a ser irritante. Han dejado de defender con la solvencia que les acreditaba y, encima, cuando sacan el balón de atrás es una feria. En la Cerámica fue Mendy. En Arabia fue el alemán, que regaló la pelota en la salida de balón para que entre Lewandowski y Gavi fabricasen el 1-0 que inició la rodada. Los que más tocaban la pelota eran Antonio y Ferland. Así nos fue... Y gracias a Courtois, que volvió a demostrar que es sin duda el mejor portero de la Tierra con tres paradas estratosféricas.

El espíritu de Gavi. Al final, el Barça nos pasó por encima por el ardor guerrero y adolescente de Gavi (18 años), Balde (19) y Pedri (20). El fútbol es pasión, aparte de la calidad lógica y necesaria, y este tridente se comió nuestras frágiles barricadas defensivas con intensidad, velocidad, atrevimiento, entusiasmo y eficacia. Sobre todo Gavi, al que se le pudo fichar el pasado verano, cuando los hombres de Laporta le discutían el contrato que merecía. Ya sé que el Barça es aliado estratégico en la batalla por la Superliga, pero estoy harto de esos pactos de ‘no agresión’ que impiden fortalecernos y que ayudan a crecer al enemigo. Antes de arrancar el curso llegué a escuchar que el Madrid veía con buenos ojos que el Barça fuese competitivo porque no interesaba verle devaluado pensando en el business. Pues vaya estrategia absurda. Al enemigo, ni agua. Echarle un flotador solo ha servido para comernos ahora la terrible humillación que el madridismo siente en estos momentos ante el gran rival por antonomasia.

El futuro. Ancelotti, que seguro le habrá dado vueltas a la suplencia de Nacho visto lo visto, dejó un mensaje para no caer en un bajonazo moral que cause daños mayores: “Volveremos”. A esa palabra de diez letras se aferra una afición dolida y herida por este superfiasco. Al menos, tras el 0-4 del año pasado llegaron la Liga, la 14 y la Supercopa de Europa. Ojalá este batacazo dé pie a una catarsis positiva del equipo. Pero ahora lo que toca es ir al diván.