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Todo el mundo quiere a Case

No es fácil dejar el Real Madrid. Más cuando se trata de un jugador franquicia, de los que han hecho ganar títulos y vibrar al público del Bernabéu. Existen tantos casos de salidas feas y por la puerta de atrás, de adioses irritantes y a contratiempo, que hay que felicitarse por cómo Casemiro se está yendo y por cómo el club le está dejando irse. Hay una razón clara que explica la elegancia de todo este proceso que, unos diez días antes del final del mercado de fichajes, podría provocar nerviosismo e, incluso, algo de odio. Es muy simple: todo el mundo quiere a Case. Todo el mundo, sin ninguna excepción. Porque el brasileño ha sido, a lo largo de estos siete años de camiseta blanca, un símbolo de saber estar, de fiabilidad, de compromiso y de honestidad que pocas veces se encuentran en el fútbol de este siglo.

Sus compañeros lo dicen. Sus entrenadores lo dicen. Los periodistas lo dicen. Los dirigentes los dicen y algunos, los más importantes, recuerdan la actitud de Casemiro cuando surgió la grave crisis del Covid y que el club pidió a la plantilla que acepte una bajada de sueldo. Cuando ciertos jugadores expresaron sus dudas, Case tomó la palabra y dijo que el Madrid siempre había sido impecable en el tema del dinero y que era lógico que hubiese un esfuerzo por parte de todos.

Triunfó la sensatez promovida por el mediocentro brasileño y Florentino no lo ha olvidado. Por todo ello, y a pesar de que el club hubiera podido retenerle enseñándole el contrato y su inalcanzable cláusula, Casemiro puede volar hacia Mánchester con la cabeza alta y el corazón lleno de agradecimiento.