Sólida como siempre, pero mucho más atascada
Nunca había marcado tan poco. Didier Deschamps siempre ha priorizado la fortaleza defensiva en la selección francesa, pero nunca había tenido tantas dificultades para encontrar el gol. Lo que le está ocurriendo en este campeonato se sale de la norma habitual. Observemos los números. En Brasil 2014, Francia anotó diez tantos en cinco partidos (media de dos). En la Eurocopa 2016, 13 en siete (1,86). En Rusia 2018, que fue cuando se proclamó campeona, 14 en siete (dos). En la Euro 2020, siete en cuatro (1,75). Y en Qatar 2022, 16 en siete (2,29). Es decir: siempre había estado alrededor de los dos goles marcados por partido y, sin embargo, en Alemania 2024 lleva tres goles en cinco encuentros, una media de 0,6 que está lejísimos de las que registró en todos los torneos con este mismo entrenador. Si además entramos en el detalle y vemos cómo fueron esos tres tantos, uno de penalti y dos en propia portería, deduciremos que la selección gala está claramente por debajo de su nivel de pegada. No se trata de que sus planteamientos sean conservadores: aún siéndolo, en el pasado se mostraba como un conjunto mucho más letal de cara a la portería rival.
Las estrellas están apagadas. Resulta sencillo establecer una conexión entre estos datos y las sensaciones que está desprendiendo el juego de las dos grandes figuras capitales en los éxitos franceses de los últimos tiempos. Ni Kylian Mbappé ni Antoine Griezmann están jugando una buena Eurocopa. Con respecto al nuevo fichaje madridista existe la sospecha de que la máscara que se ve obligado a llevar le está incomodando hasta el punto de no permitirle expresarse con la libertad habitual. Lo del jugador del Atlético es más difícil de explicar, aunque seguro que no le ha ayudado que Deschamps le haya ido cambiando la posición a lo largo del torneo. Ambos rindieron a un nivel extraordinario en los dos últimos Mundiales, por lo que el contraste está siendo mayúsculo. De todos modos, no se puede infravalorar la importancia de otro factor: Olivier Giroud ha pasado de ser un fijo a tener muy poca presencia (Thuram y Kolo Muani están participando más que él), perdiéndose el trabajo que hacía fijando a los centrales y jugando de espaldas.
Cambios de sistema buscando la mejoría. Es evidente que el propio seleccionador galo es consciente de que su equipo está más espeso en el último tercio de campo. De ahí que haya probado formaciones distintas a lo largo de la competición, alternando entre el 4-4-2 en rombo (con Griezmann de media punta y los dos atacantes libres), el 4-2-3-1 (con sólo dos centrocampistas físicos) y el 4-3-3 (con Griezmann en la derecha... o incluso en el banquillo). Contra España parece evidente que va a mantener un centro del campo con tres hombres para dificultar la circulación por dentro. Rabiot vuelve después de la sanción y para Deschamps está por delante de Camavinga, que sería el que se caería, manteniéndose Tchouameni y un Kanté que está haciendo un gran torneo y al que no se le nota que haya competido todo el año en una liga con menor intensidad como es la de Arabia Saudí. Las grandes dudas están arriba, tanto en los nombres que acompañen a Mbappé como en la disposición de las piezas.
Un excelente rendimiento defensivo. Hablamos mucho de los tres goles marcados, que son pocos, pero también hay que señalar que Francia ha encajado sólo un tanto en el torneo: el de Lewandowski, de penalti, en el empate ante Polonia. Saliba y Koundé, éste jugando de lateral derecho, están haciendo un campeonato soberbio y conforman junto a Theo y Upamecano una línea de cuatro que parece infranqueable. En su primer campeonato de selecciones como portero titular, Maignan está logrando que nadie se acuerde de Lloris.
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