Rüdiger equivocó el camino
El Madrid no tuvo opción, eso es evidente dada la superioridad del Arsenal en los dos partidos, pero si tenía alguna oportunidad, no era de la manera que Rüdiger imaginó. El alemán quiso amedrentar al rival a base de faltas inoportunas y golpes a destiempo que sólo conseguían parar el partido y jugar a lo que el Arsenal quería. Confundió la velocidad con el tocino y el coraje con la mediocridad.
La historia del Madrid está plagada de líderes que han sido un ejemplo dentro y fuera del campo y que no han necesitado una actuación tan barriobajera y fuera de lugar. Su entrega y su voluntad están fuera de toda duda, pero no ha estado bien físicamente en todo el año y ha querido suplir muchas veces esa falta de físico con una actitud poco deportiva. A Rüdiger no hay que reírle las gracias, sino recordarle que el Madrid obliga a ser grande en la victoria pero, sobre todo, en la derrota.
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