TOMÁS RONCERO

Por fin canté el ‘We are the Champions’

El 3 de agosto de 1986, Queen aterrizó en Madrid. El ‘We are the Champions’ me hechizó. Me dije: “Cuando volvamos a ganar una Copa de Europa lo cantaré a capella...”.

Mijatovic (right) scores Real's winner in the 1998 final in Amsterdam.
| DIARIO AS
Tomás Roncero
Nació en Villarrubia de los Ojos en 1965. Subdirector de AS, colaborador del Carrusel y El Larguero y tertuliano de El Chiringuito. Cubrió los Juegos de Barcelona 92 y Atlanta 96, y los Mundiales de Italia 90, EE UU 94 y Francia 98. Autor de cuatro libros: Quinta del Buitre, El Gran Partido, Hala Madrid y Eso no estaba en mi libro del Real Madrid.
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El 3 de agosto de 1986 disfruté de una de esas noches que marcan tu existencia para siempre (para bien). Un servidor era un chaval de 21 años que vivía en plena euforia futbolera. Mi Madrid había ganado su segunda Copa de la UEFA consecutiva, tras superar al Colonia de Schumacher, Klaus Allofs y Littbarski a doble partido, y encima el Barça había fracasado en su empeño de ganar su primera Copa de Europa al caer en el Pizjuán ante el Steaua de mi héroe Helmuth Duckadam, que paró los cuatro penaltis de la tanda lanzados por Alexanco, Pedraza, Pichi Alonso y Marcos. En medio de esa euforia aterrizaba Queen en Madrid, con Freddie Mercury al frente. Dentro de su gira A Kind of Magic, nos regalaron un concierto memorable en el campo del Rayo. Vallecas hervía y yo ahí abajo, a tres metros del escenario. Cuando sonó el We are the Champions mi inglés de cuarta categoría me hizo tararear sólo el estribillo. Pero me hechizó. Me dije: “Cuando volvamos a ganar una Copa de Europa lo cantaré a capella...”.

Tuve que esperar otros 12 años, hasta que llegó la final de Ámsterdam ante la Juve imperial de Zidane y Del Piero. Yo lo vi en la grada, con una entrada que me regaló un buen amigo. Allí vibré con el gol legal de mi Pedja Mijatovic, aunque no reaccioné hasta pasados diez minutos. Me puse a llorar como un bebé, consciente de que por fin se cumplía y vivía en primera persona todo lo que me había contado mi padre desde que llegué a este mundo. Al acabar el gozoso partido me subí con mi acreditación de prensa a la cabina de Onda Cero. Por entonces colaboraba con ellos. Alfredo Duro me cedió sus cascos y sonó por la megafonía el We are the Champions. Seguro que me inventé alguna palabra, pero lo canté a pleno pulmón con la emoción de saber que a partir de ahí lo repetiría más veces. Hasta 14. Como en aquella mágica noche de verano en Vallecas...

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