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Nico, Lamine y los ‘cuñaos’

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Parcial de 13-1. Antes de que ustedes me recuerden que Georgia y Chipre son dos selecciones menores, les recordaré que los mayores batacazos de la historia de La Roja llegaron ante equipos aparentemente frágiles y muy inferiores en el ranking FIFA. Por eso doy valor a este 13-1 (1-7 en Tiflis y 6-0 en Granada) de la España de De la Fuente, que sale muy reforzado tras unas semanas turbulentas y sumidas en un ruido alejado del césped. Esta España es como el Libro Gordo de Petete: enseña, entretiene y nos dice contenta “hasta el partido que viene”.

Dos motosierras. Es una buena forma de definir el fútbol volcánico, vertical y de rompe y rasga de Nico Williams y Lamine Yamal. Dos críos de 21 y 16 años que podrían ser nietos del seleccionador riojano. Su primera parte en Los Cármenes (chapeau por la animosa afición granadina, una vez más a tope con España) fue de clínic. Desbordes, regates mágicos en carrera, amagos, fintas y asistencias. El mago del Athletic Club dio las dos asistencias que rompieron el muro chipriota. Una aprovechada por Gavi, que juega con un ardor de combate admirable, y otra por Mikel Merino, que entró de segunda línea como una pantera. Cabezazo que selló la conexión del derbi vasco. Bien por ellos. Lástima la lesión de Nico en el minuto fatídico, el 44, en el que ya cayeron Asensio y Dani Olmo. Apunto también un lanzamiento magistral de Lamine al palo. Este chico lleva una progresión alucinante.

Los ‘cuñaos’. Cuando De la Fuente sentó a Lamine a la hora de juego creí que el partido se iba a colapsar. Con Chipre acorazada en torno a su portero suizo, Joël Mall, imaginé una recta final espesa de pases aéreos buscando a Joselu Mato, un cazador implacable en junglas plagadas de trampas. Pero olvidaba que su amigo, compañero de equipo y cuñado, Dani Carvajal, vive en estado de gracia. El mejor arranque de Dani en su carrera nos regaló unos minutos gloriosos. ‘Carva’ dibujó un pase picassiano para Joselu, que aprovechó el gallego para agradecerle el regalo de familia con un cabezazo imperial. 3-0 y Los Cármenes de fiesta. Carvajal, on fire, inventó poco después un control orientado maravilloso que culminó con una asistencia de museo a Ferran Torres. El leganense se puso la capa de Lamine, lo que demuestra que esta España es una mezcla perfecta de veteranos y noveles. Tenemos derecho a soñar con ella.

El ‘Chipriotazo’. Los de mi generación, la ‘past gen’, tenemos metida en la memoria la noche horribilis de Nicosia, la cruda derrota ante un equipo amateur de currantes que desnudaron las miserias de la decadente España de Clemente, que venía de hacer un ridículo espantoso en el Mundial de Francia. Este servidor se comió desde la tribuna de Prensa aquel 3-2 ante Nigeria en Nantes. Y el horripilante empate con gafas (0-0) ante Paraguay en Saint-Étienne. Aún así siguió en el cargo, hasta que la todopoderosa Chipre nos sacó los colores. Clemente no pudo resistir el tsunami popular que se le vino encima y ahí arrancó la era Camacho. Chipre pasó a engrosar la Sala de los Horrores que persiguió a nuestra Selección especialmente en el convulso Siglo XX. Pero veinticinco años después la película de terror es ahora apta para todos los públicos. Se agradece.

Ojo a octubre. Ya llueve menos en el camino hacia la Euro de Alemania, pero hay que preparar bien las dos citas decisivas de octubre. El Día de la Hispanidad nos la jugamos en La Cartuja ante Escocia (Bellingham nos ha enseñado el camino) y el 15-0 visitamos Oslo ante la Noruega de Haaland y Odegaard. Ahí mediremos el auténtico valor de este equipo.