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Ni con VAR ni sin VAR gana el Real

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En mi opinión, lo del Bernabéu se resume fácil: casi todos los del Real Madrid creen que el árbitro acertó y casi todos los que no lo son, que se equivocó. Esto no es nuevo, lo que es nuevo es el VAR. Cuando llegó el videoarbitraje sólo se escuchaba el hiriente ‘se va a acabar la dictadura del Real’, y ahora que ya está aquí se escucha lo mismo. ¿En qué quedamos? Creo que el VAR ha venido para alimentar la confusión, pero también creo que es un error atacar al Madrid por el flanco de los árbitros. Y lo es por dos motivos: por Negreira y porque el Madrid está perdiendo fuelle, con un Ancelotti despistado, unos porteros atribulados y una defensa blandita, salvo Carvajal. García Pimienta, Bordalás y Simeone, los tres próximos rivales de Carletto, pondrán sus esfuerzos en atacar esos puntos débiles, pero tal y como está el patio seguro que pondrán su otro ojo en la lista de los designados por el CTA. A los tres elegidos, y a sus equipos de VAR, les deseo suerte con la misma fuerza con que se la desea a Morante de la Puebla su primo Juan Carlos, su mozo de espadas, antes de un paseíllo en Pamplona.

Sobre el VAR, ¡qué decir! Es un cachondeo. La idea original, la de entrar sólo en los errores incontestables y decisivos en determinadas jugadas (goles, penaltis, fueras de juego en jugadas de gol y confusión de identidad) se ha desvirtuado, casi se ha prostituido. Ya no pitan los árbitros en el campo, pitan los árbitros en Las Rozas, los del VAR. Es humano. El que está sobre el terreno termina por dimitir de su responsabilidad y la descarga en el que está más lejos. Así no se deja plumas en el estadio. Es como el futbolista que en las finales no quiere tirar un penalti, que los hay, y le pasa el marrón a un compañero. Pero por otro lado, cuando veo un partido sin VAR tampoco me quedo tranquilo. El sábado le pegaron un buen atraco al Castilla, que juega con el escudo del Real Madrid en el pecho, y nadie ha dicho nada. La árbitra del partido contra el Sanluqueño echó a Edgar por una mano que nunca existió y le negó un penalti como la catedral de Burgos a Palacios. Invito a todos los que han puesto el grito en el cielo por el arbitraje en Madrid de José Hernández Maeso a que vean el de Marta Huerta de Haza en Sanlúcar de Barrameda. Vamos, que ni el Madrid ni el Sanluqueño tienen culpa de que los árbitros acierten o se equivoquen, la culpa o el mérito será de los árbitros, no de los clubes.

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