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Madrid condena a los que odian

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Como en tantas otras ocasiones, al Madrid se le ve en el cielo o en el infierno de un día para otro. Después de la derrota en Liga contra el Villarreal, y sobre todo tras el repaso del Barça en el partido del desierto de ideas futbolísticas del Madrid en la final de la Supercopa de España, se oyeron tambores de guerra y aparecieron listas negras de futbolistas que estaban acabados, además de anuncios de final de etapa de Ancelotti como entrenador blanco.

Las victorias, en Copa en La Cerámica, con otra remontada (fenómeno paranormal para los antimadridistas), en La Catedral en Liga, y antes de ayer frente al Atlético de Madrid, han hecho el milagro tantas veces repetido de resucitar al equipo, elevando a los altares a cuatro buenos futbolistas, que no forman parte del que se llama equipo de gala. Son, según las estadísticas, suplentes; según su calidad y rendimiento, tan titulares como los que más veces saltan al césped al inicio de cada partido. Ceballos, del que algunos decían que no valía para el Madrid, y Camavinga aceleran al equipo cuando están en el campo. Al francés, que seguirá creciendo como futbolista, le sacan tarjetas por pasar por allí. Nacho, un jugador que responde siempre, donde le pongan y contra quien le pongan, un gran profesional, con cinco Champions, al que normalmente no iluminan los focos, pero al final de cada partido que juega se le dice “trabajo bien hecho”. Y de Rodrygo ya he destacado en otras ocasiones su madurez, siendo un chaval, y sus asistencias y desbordes, buscando siempre la efectividad, el camino más corto al gol y no la floritura. Su extraordinario tanto frente a los colchoneros, con un eslalon, con regates de chotis, en un ladrillo, más de Pelé, amigo Roncero, al llevar el balón con ambos pies y finalizar con la derecha, que de Maradona.

Antes del derbi copero, Madrid se despertó con una imagen cobarde y repugnante, un muñeco colgado por el cuello con la camiseta de Vinicius y una pancarta que decía que Madrid odia al Real Madrid. Los que odian al Real Madrid y a la convivencia son los autores de ese delito de odio. Madrid no odia. Madrid aborrece y condena el racismo, la intolerancia y el odio.