Los nervios de Bellingham
Un jugador del Madrid no puede decir “fuck off” a un compañero, en este caso Aurélien Tchouaméni después de una ocasión fallida...
Todavía estoy disfrutando de la clasificación del Madrid para los cuartos de final de la Champions. Y más viendo los que llamo la “internacional antimadridista” con la espuma saliendo de la boca y los ojos cansados de ver una y otra vez las imágenes del penalti de Julián Alvarez. Intentan convencerse de que no tocó la pelota dos veces para seguir alimentando su rabia de ver triunfar una vez más al club más importante de la historia del fútbol. Reconozco que su odio, expresado en muchos idiomas (de ahí el término internacional antimadridista), aumenta de forma considerable mi placer.
Eso es lo único que son capaces de regalar los mediocres (además sin querer). Sin embargo, no puedo esconder que, más allá del mal juego y de la falta de intensidad de los merengues durante una parte demasiado grande del partido, hay algo que me preocupa y me molesta. Hablo de los nervios de Jude Bellingham. Hablo de sus palabras, de su cara y de sus gestos. Un jugador del Madrid no puede decir “fuck off” a un compañero, en este caso Aurélien Tchouaméni después de una ocasión fallida. No puede parecer enojado cada vez que otro no hace exactamente lo que él opina que debe hacer. Bellingham no da la sensación de jugar con alegría. Incluso da la sensación de que no es feliz. ¿Dónde está el chico con una sonrisa en la cara y una luz en los ojos de la temporada pasada?
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