La historia no siempre rima
Dijo Mark Twain, o al menos a él se le atribuye, que la historia no se repite, que rima. Y por unos momentos pareció que el escritor norteamericano iba a tener razón otra vez, que cambiaba el escenario, el rival o el año, pero que el Girona se iba a volver a quedar a las puertas del ascenso. Pero no esta vez, no con Míchel a los mandos, no tras una temporada en la que han sabido sufrir y competir durante 42 jornadas. Pasaron por encima del Tenerife, fueron a por él desde el primer minuto y lo ajusticiaron cuando más apretaba. El Girona regresa a Primera tras tres temporadas, con dos finales de playoff perdidas y muchas lágrimas.
Y la manera de lograrlo hace justicia a la que ha sido una excelente temporada. Por el cómo, pero también por el quién. El primer gol lo marcó Stuani, el absoluto líder del equipo, la estrella que se quedó en Segunda para devolver al Girona a la élite. El segundo Baena, una de las revelaciones de la temporada, un jugador desequilibrante que se ha ganado, sea en Girona o no, un billete para jugar en Primera. Y finalmente Arnau. Quizás el hombre que sintetiza todo lo que es y ha sido el Girona durante el año. La apuesta de Míchel para la banda derecha, un jugador joven, con carácter, de la casa. Un futbolista que se ha revalorizado gracias a un técnico que lo ha moldeado, que lo ha hecho mejor jugador y que ha sabido encajarlo en su esquema. Un éxito, el de Míchel, que es el de todos.