Japón planteó el partido al máximo detalle
Vaya por delante que prefiero el modelo de juego que España intentó imponer, y no consiguió, que el que Japón intentó e impuso. Creo más en lo primero y la historia del fútbol demuestra, contra una opinión muy extendida, que se gana más así que especulando. Ahí están la Hungría de Puskas, el Madrid Pentacampeón de los cincuenta, Brasil tantas veces, Alemania otras tantas, el Ajax y su secuela, la ‘Naranja Mecánica’, el ‘Dream Team’, la España del Tiqui Taca, el Barça de Guardiola, el Madrid Galáctico…. Quien quiera puede aducir grandes triunfos de la otra escuela, están en la mente de todos, pero no le saldrán tantos.
Pero ayer España no añadió nada al noble propósito de jugar su fútbol dominante, confiada como salió por la velocidad adquirida tras sus goleadas ante Costa Rica y Zambia, mientras Japón sacó planos, modificó planes e hizo con la precisión de sus robots industriales exactamente lo que tenía que hacer para agotar nuestras virtudes y explotar nuestra defensa adelantada, que dejaba tras de sí una llanura tentadora. España no añadió nada a su intención: no pudo filtrar pases (sólo uno, muy pronto, a Aitana), no desbordó por fuera, no le funcionaron las paredes ante la maraña defensiva. Fue un equipo insistente pero incapaz.
Japón sí sabía qué, cómo y dónde. Esperó con paciencia algún balón mal jugado por España para catapultarse hacia arriba con soberbia velocidad y marcar con suficiencia. Tres llegadas, tres goles. El primero lo podíamos considerar remontable, el segundo obligaba a una hora de perfección, el tercero ya era el pórtico de una goleada tenebrosa, que felizmente no se produjo porque en la segunda parte tomamos algunas precauciones. Esta derrota no nos deja fuera, ya estábamos clasificados (clasificadas). Nos espera Suiza en octavos, pero este golpe puede dañar a un grupo que ya tuvo un conflicto previo muy severo.
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