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Griezmann puso el juego, el gol y la palabra

El Athletic cumple 125 años y el Atlético, respetuoso con su hermano mayor, le cedió los colores, un gesto bonito. Me contaba mi padre que antes de la Guerra, y tras unos inicios en los que la coincidencia de colores se resolvía a favor del de más antigua creación de los dos clubes, se instaló la cortesía de ceder el color siempre al visitante. Aquella cortesía se la llevó el tiempo, como tantas otras en fútbol y en más cosas, pero el Atlético la revivió ayer y el Athletic vistió sus rayas rojas mientras el Atlético se camuflaba bajo un naranja pálido de esos que a los aficionados clásicos nos echan para atrás, pero nos vamos resignando.

Como lo cortés no quita lo valiente, el Atlético ganó al Athletic porque una cosa es la cortesía y otra los puntos. Ganó por el esfuerzo de todos, pero en especial de Griezmann, que jugó por todas partes y siempre bien y marcó en una llegada al modo de lo que antes se llamaba ‘interior filtrador’, que no era el que largaba en la prensa sino el que llegaba de atrás filtrándose entre la maraña para marcar. Griezman, jugó, marcó y luego tomó la palabra para pedir unidad. El Metroplitano es hoy un espacio dividido porque el fondo borde ha terminado por hartar a la mayoría razonable, pero ellos no cejan porque se creen propietarios morales del club.

Después el Barça despachó al Cádiz con menos margen de lo que hace sentir el marcador, ya de por sí no muy holgado. Si contamos que al Cádiz le anularon dos goles (uno bien y otro mal), que dio dos tiros al palo y que le sacó un par de paradones a Ter Stegen, se entenderá que el Barça salvó los puntos pero no cargó tranquilidad para lo que le viene, que es la visita a Old Traford sin Araújo ni Gavi ni Pedri ni Dembélé. Al menos Ferran Torres dejó buenas pinceladas, aunque no Ansu Fati. Por cierto que, metidos en la ‘semana Enríquez’, no ha venido nada bien que el gol de Roger lo mandaran al limbo entre González Fuertes y González González.