Favorito, pero sin presumir
El Madrid ha llegado a la final sin alardear de nada, entre otras razones porque no ha sido claramente superior a ninguno de sus rivales. Eliminó al Leipzig con lo justo, sobrevivió milagrosamente al City y frente al Bayern se salvó de nuevo con la épica. Sin repartir lecciones de fútbol, los de Ancelotti se han ganado el favoritismo por su resistencia y su capacidad para sobrevivir en situaciones peligrosas, pero su juego no ha maravillado ni ha desbordado a nadie. El Borussia Dortmund, un equipo que, sobreponiéndose a las pérdidas consecutivas de Haaland y Bellingham, ya ha cumplido presentándose en la final, ha demostrado la misma resiliencia frente al Atlético y el PSG, y llega sin presión ninguna a soltarse la correa y dar la campanada. Con jóvenes como Sancho y Adeyemi, que están ante la oportunidad de reivindicarse y dar un salto en su carrera, y con veteranos como Brandt, Sabitzer o Hummels, que tienen una ocasión de oro para despedirse haciendo historia, el equipo alemán no tiene nada que perder en ese papel de víctima propiciatoria.
Quienes no le dan ninguna opción al Borussia se remiten a la experiencia, la costumbre, la historia y al aire de ganador de finales del Madrid; ni siquiera entran en el juego o el planteamiento. Pero, siendo todo eso importante, siempre llega un día en que, si no juegas mejor que el rival, lo normal es que pierdas, así que habría que hacer el mejor partido de la Champions en la final para evitar esa sorpresa con la que sueña el antimadridismo.