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Emoción, rutina

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Sucede en las mejores parejas. No importa cómo haya comenzado el romance, llega un momento, si pasan los años, en que la rutina y el tedio hacen acto de presencia y el elefante tapa la mitad del televisor cuando sale Pablo Motos, que no te gusta, pero lo ves. No cambias de canal ni retomas la lectura. Te compras una tele más grande.

Más o menos eso es lo que ha pasado con los veteranos del Barça que se despiden este año. Piqué, listo, ya lo hizo. Ahora lo anuncian Busquets y Alba. La relación con ellos ha sido tan fusional, tan productiva, tan estrecha, que ha sido muy difícil tomar perspectiva para las dos partes. Ni unos han sabido echarse al costado ni la valoración del club ha ido en consonancia con su desempeño. Esto último es lo más difícil: agradecer sin someterse. No tanto como saber llegar e irse, por parte de los jugadores. Han sido parte del mejor equipo de la historia, han hecho a España campeona del mundo y europea, han roto récords y han desmoralizado competidores, ajenos y propios. ¡Cuántos suplentes de Busi se han fichado! No hay palabras para agradecer semejante talento, igual que no hay valiente que los haya quitado cuando han penado por el campo, hasta que llegó Xavi. El caso es que de vez en cuando han soltado las últimas gotas del perfume, han vuelto a ganar un Clásico, esta Liga, y no hemos querido alejarlos de nuestro lado. Ahora se acabó.

Sacas la mano de debajo de una pierna cuando acaba el programa. Está dormida, no sabes si es tuya o de tu pareja. Te besó como nadie, también dejó de hacerlo. Se acabó la excusa de las eliminaciones europeas por su culpa. De Piqué, la elegancia, la técnica, la lectura, el delantero en la retaguardia. De Alba, la ruptura, el timing en el desmarque, el pase atrás. De Busi, la pared perfecta, el engaño, la presión hacia delante. De todos, el acomodo, la barriga llena, los contratos desorbitados. Cosas de las que no te acordarás desde mañana. Al final, es lo que te han dado, no lo que te han quitado. Se apaga la tele.