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‘El Toro’ embiste para quedarse

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Después de marcar su primer gol con el Real Madrid, en un derbi y en el Bernabéu, Álvaro Rodríguez no perdió la perspectiva. Lo primero que hizo al llegar al vestuario fue preguntar qué había hecho el Castilla (que jugaba a la misma hora) en San Fernando. Álvaro tiene muy presentes a sus hermanitos y a su padre futbolístico, Raúl. Al Siete le mandó un Whatsapp. Después se fue en el autobús del equipo a la residencia de la cantera, donde vive compartiendo habitación con Manuel Ángel (un talento del Juvenil A), y su única autoconcesión fue salir a cenar con su pareja en un restaurante de Majadahonda. Ni fiestas, ni distracciones. El Toro es como su fútbol. Silencioso, reservado, pero tan focalizado que, si abre la boca, todos escuchan...

La vida de Álvaro le ha cambiado muy, muy rápido. De aquel cabezazo perdido en un partido con el Juvenil B que activó el radar de Raúl al vuelo de cóndor con el que superó a Oblak han pasado apenas dieciséis meses... Su pensamiento, para su madre, que lo tuvo que ver por televisión desde Girona; sus dedos señalando al punto del estadio donde saltaban de alegría su pareja, su agente (el exmadridista Joyce Moreno) y la hija de este, que es la fan número uno del charrúa.

Ahora se ve capaz de todo. Lo que le echen. Cuatro días después de regresar de un mes en Colombia goleando (pese a un problema de ampollas) con Uruguay en el Sudamericano Sub-20, fue a El Sadar a darle esa asistencia a Asensio y la tarde siguiente se fajó contra el Linares, antes de regresar la mañana siguiente con Ancelotti para ir a Liverpool. Hace falta mucho más que el jet lag para frenar al Toro.