El sueño roto del doblete
El automovilismo mundial se repartía ayer en dos prestigiosos frentes, en dos de sus templos: la Fórmula 1, en el tradicional circuito urbano de Mónaco, y la IndyCar, en el mítico óvalo de Indianápolis. Es una coincidencia habitual, pero no tanto que en los dos escenarios comparezcan, a la par, pilotos españoles en la pelea. Un lujazo a motor. Fernando Alonso salía segundo en Montecarlo, con Carlos Sainz, cuarto; mientras que Álex Palou partía desde la pole en las 500 Millas. Las vísperas invitaban a soñar incluso con el doblete, en dos de las tres carreras que integran la Triple Corona. La tercera son las 24 Horas de Le Mans. La fiesta comenzó, cronológicamente, en Europa, donde Alonso chocó con un insuperable Max Verstappen y con la lluvia en su afán por sumar la 33. No llegó la victoria, pero sí un segundo puesto, igual que Sainz en los dos años anteriores, que supone su quinto podio en seis carreras del Mundial y su mejor resultado de la temporada, un peldaño más arriba.
La segunda bala voló por la tarde en Estados Unidos, con Palou entre los máximos favoritos. Ningún español había ganado nunca la Indy 500, la única joya sin conquistar de la corona. Las otras dos perlas sí formaban ya parte de la colección: Le Mans, con Marc Gené y con Alonso, dos veces, en su palmarés; y Mónaco, con el omnipresente asturiano, también a pares. Pero Indianápolis se resiste. El propio Álex, segundo en 2021, había sido el que más se había acercado hasta la fecha. Oriol Serviá acabó cuarto en 2012. El desafío era, sencillamente, histórico. Un Everest sin hollar, que tendrá que seguir esperando. Una torpeza de Rinus Veekay, que embistió a Palou en la zona de boxes en el ecuador de la carrera, rompió el sueño del piloto y del automovilismo español. Aun así, terminó cuarto. Las 500 Millas de Indianápolis estaban al alcance. También el GP de Mónaco. El asalto se aplaza al futuro.