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El sueño que no era un sueño

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Se ha convertido en una tradición que respeto, asumo y reivindico. Cada año, cuando empieza una nueva Champions, dedico esta modesta columna a ensalzar la presencia del Real Madrid en el torneo de clubes más importante del mundo. Algunos malintencionados dirán que estoy sumiso. Pues sí, eso es cierto. Estoy sumiso a una brillante e inigualable historia, a unas 14 copas con una inscripción en el idioma que me dio mi madre “Coupe des clubs champions européens”, a un irresistible deseo de ganar, ganar y volver a ganar, a unos valores que trascienden un juego con 22 tipos y una pelota. Sin el Madrid, no hay Champions. Lo repito: sin el Madrid, no hay Champions. Así que no puedo reprimir mi alegría, un año más, de poder disfrutar de la eterna camiseta blanca en los campos del Viejo Continente.

Me van a explicar que lo mío es puro fanatismo y que, fuera del club blanco y en este fútbol totalmente globalizado, esta admiración se ha diluido y que el Madrid es casi “uno más”. Pues les aconsejo que pregunten por ello a los visitantes del día de hoy. En el Union Berlin, pequeño club de un gran país, están tan felices de participar por primera vez en la Copa de Europa y de jugar su primer partido contra el Real Madrid en el Santiago Bernabéu que dicen que “esto es un sueño que no era un sueño”. Ya que, simplemente, jamás se atrevieron a soñar con algo tan grande...