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El fútbol tiene que pasar por el aro... olímpico

Cuando Estados Unidos entendió que sus equipos universitarios ya no les aseguraban el oro olímpico, decidió enviar a lo mejor de la NBA, sus Dreams Teams, con fecha de nacimiento en Barcelona 92. Han subido a lo más alto del pódium en los últimos cinco Juegos y no parece que se vaya a bajar en un futuro inmediato. Este año llevan como tridente a LeBron James, Kevin Durant y Stephen Curry. Poco más que añadir. Los experimentos los dejan para el Mundial. España lo ha ganado en dos ocasiones en su reciente y finalizada época de oro, pero cayó (con la cabeza bien alta) ante los aún inalcanzables norteamericanos en las finales olímpicas. De hecho, solo les ganamos en una ocasión, en el Mundial de Colombia 82, en nuestros umbrales de la primera edad de oro, cuando los EEUU aún enviaban universitarios.

El baloncesto y el fútbol son los dos deportes de equipo más profesionalizados, aunque en realidad todas o casi todas las modalidades ya lo son desde hace tiempo. Cada país manda sus mejores delegaciones a unos JJOO, nadie se quiere borrar del mayor de los triunfos. El fútbol sin embargo sigue confundido por su propia grandeza, la que le ha convertido por derecho propio en el juego más seguido, querido y admirado. Solo un Mundial de fútbol puede competir en atención planetaria con estos Juegos Reunidos Geyper del deporte. Pero eso no le da bula para no enviar a su selección absoluta, como hacen el resto de deportes. Si en año olímpico hay Eurocopa o Copa América, se adelantan esos campeonatos un año y a partir de ahí a tirar millas. Y si no, es mejor dejarlo. A los Juegos acuden los ‘citius, altius y fortius’, es decir, los mejores, ya sea en natación, atletismo, gimnasia, balonmano, baloncesto o en cualquier otra especialidad. No tiene sentido que la medalla de fútbol sea más de oropel que de oro. Nuestro querido y amado balompié debe reivindicarse, y pasar por el aro olímpico.

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