Campazzo es dueño de sus decisiones
Llegados a este punto de su carrera, no sabemos si Facundo Campazzo y sus agentes han hecho todo mal. O les ha salido todo mal. O una enorme dosis mezclada de ambos ingredientes. Ni la toma de decisiones, ni la fortuna han sonreído al base argentino en los dos últimos años. Justo desde que optó por abandonar el Real Madrid, donde era un reputado jugador de Euroliga con un goloso contrato de más de tres millones brutos anuales, para cumplir su sueño de competir en la NBA, donde siempre se le ha considerado un secundario. Desde aquel otoño de 2020, El Facu ha perdido minutos de juego y bastante dinero, sobre todo bastante dinero, porque durante su aventura norteamericana ingresó menos de lo que iba a ingresar antes y, para colmo, todavía le debe una porción importante de la cláusula de rescisión al Madrid. ¿Mala suerte? ¿Mala gestión? ¿O las dos cosas?
Desde aquella salida del equipo blanco, donde ejercía su indiscutible liderazgo, era respetado y querido, cada paso ha sido un nuevo tropiezo. Su fichaje de última hora por los Dallas Mavericks apenas duró un mes. Y su regreso a Europa se ha embarrado de tal manera, que no podrá debutar en la Euroliga hasta marzo, después de la severa sanción que le ha caído a su actual equipo, el Estrella Roja, por deudas con los jugadores y por falsedad documental. No son dos infracciones que auguren el mejor horizonte y el mejor ambiente de trabajo para Campazzo. Tampoco era el mejor proyecto deportivo donde podía desembarcar. Pero esta ha sido su elección. Sí era, de largo, el equipo que más plata le ponía encima de la mesa. Y eso es lo que ha elegido. En Madrid era feliz y hubiera vuelto a ser feliz, pero cada uno es dueño de sus propias decisiones. Esperemos que al menos cobre las cantidades firmadas. Y que el futuro se le enderece. Por su bien y por el bien del baloncesto.