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Bicampeón Verstappen

Max Verstappen encadenó el domingo su segundo título consecutivo de Fórmula 1 con una rotunda sensación de superioridad. Nada que ver con su primera conquista, que culminó en la última vuelta del Mundial, literalmente, tras un frenético pulso con uno de los mejores de la historia, quizá el mejor: Lewis Hamilton. Con el inglés fuera de combate en esta edición, con un Mercedes incapaz de agarrarse competitivamente al nuevo reglamento para luchar por el objetivo máximo, Verstappen no ha encontrado un oponente a su altura en la parrilla para reeditar aquel vibrante duelo. Eso no quiere decir que Mad Max se haya paseado sin rival, ni que su coche haya sido plenamente superior. Ferrari ha presentado este año un monoplaza igual o mejor que el Red Bull. La diferencia ha estado en el piloto. Y también en el equipo. El inicio de la temporada, con dos victorias de Charles Leclerc en las primeras tres carreras, sí auguraba una pelea apretada, que poco a poco se diluyó por errores constantes de fiabilidad, de estrategia, de pilotaje y de fortuna en Maranello, que de todo hubo.

El éxito de Verstappen ha sido incontestable. Ha dominado 12 de los 18 grandes premios celebrados hasta la fecha y se ha coronado a falta de cuatro carreras. Una actuación excepcional para un piloto de 25 años, que todavía apunta más alto, si nada se tuerce en su carrera y si no se equivoca en sus decisiones. Fernando Alonso, que también pertenece a ese club de bicampeones, le advierte con cierta ironía sobre el caprichoso futuro: “Yo tenía esas estadísticas con 26 años y son las mismas que tengo ahora con 41″. No parece que se vaya a repetir el caso, porque el holandés está en un equipo serio, que afina en el trabajo, y en el horizonte tampoco se avistan rivales, salvo que Mercedes resurja con Hamilton y un emergente George Rusell, o que Ferrari enderece por fin su calamitosa trayectoria.