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Adiós Septete, adiós

Con la mano abierta. Vaya chasco en Yeda. Perder una final es una expresión casi prohibida en la realidad cotidiana de un Madrid acostumbrado a coleccionar trofeos con una facilidad admirable. Así cayeron cinco títulos en 2024 y así han elevado al cielo del Bernabéu seis Champions en los últimos diez años. Pero el Barça de Flick tenía esta noche más hambre, más necesidad de recuperar la luz extraviada tras el año del Nadaplete con Xavi. Los azulgrana tenían un plan de partido ambicioso y sabían que esta Supercopa de España, aunque sea el título con menor rango jerárquico, les iba a dar la respiración asistida y, de paso, iba a meter a su enemigo deportivo por excelencia en un debate interno que nadie imaginaba tras el verano galáctico con la llegada de Mbappé y la consolidación de Vinicius y Bellingham hasta formar un ataque de ensueño. Pero en el fútbol hay variables que jamás cambiarán. Y mira que lo avisó Ancelotti antes de la debacle: “La clave de la final pasará por ser sólidos en defensa”. Pues nada más lejos de la realidad. Atrás, la zaga del campeón de Europa fue un coladero infame. Lamine (soberbio), Lewandowski y Raphinha llegaban hasta Courtois con una facilidad insultante. Ni siquiera el golazo inicial de Mbappé cambió el curso de la barrida. El Barça olía la sangre y cada ataque era un dolor de cabeza para el belga, que bastante hacía con sacar varios balones de gol ante la avalancha culé. Cuando el Barça te mete nueve goles en dos Clásicos seguidos solo queda darles la mano, felicitarles por haber sido muy superiores en estos dos sonrojantes asaltos y hacer autocrítica para crecer desde el histórico varapalo. El Madrid debe dejar de mirarse al ombligo y asumir que solo con un puñado de estrellas rutilantes arriba no va a darle para alcanzar mayor gloria. En el fútbol actual hay que dejarse la vida en el campo. Por cierto, eso hizo Mbappé. Kylian, Tibu y Valverde lo dieron todo...

Tchouameni, nunca más. Me cuesta ser crítico y severo con cualquier jugador que defienda este escudo jalonado a lo largo de la historia con tanta grandeza por muchos futbolistas, pero lo de Tchouameni de central ya no tiene un pase. El francés sigue sin entender los secretos del puesto. Se posiciona mal, no corrige cuando le cogen la espalda, es muy lento en el repliegue y ni siquiera es capaz de tirarse a tapar los tiros del rival cuando le encaran. No sirve de central ni siquiera como emergencia. Lo de Raúl Asencio titular ya es un clamor popular entre el madridismo militante. Respeto al máximo a Ancelotti, pero creo honestamente que con Tchouameni se está equivocando. Y Mendy tampoco es el de estos últimos años. Cómo echamos de menos a Nacho, el defensa ‘pesimista’ que tantas averías nos resolvió estos años.

Septete al limbo. Soy tan ingenuo y creo tanto en la fuerza de esta camiseta que estaba convencido de que el Septete no era un reto quimérico. Lo veía factible, de verdad. Pero esta bofetada con la mano abierta del Barça sirvió para entender que era una cima imposible de escalar con esta plantilla. Por eso creo que es mejor ser realistas, fichar un par de defensas en este mercado de invierno y regresar con humildad a la casilla de salida para ir con fiereza y afán de revancha a por la Liga, la Copa del Rey, el primer Mundial de Clubes y la Champions. ¿Por qué no? Nunca den por muerto a este equipo...

Gracias, Szczesny. Y conste que podía haber sido mucho peor. Gracias al gran partido de Mbappé, el francés expulsó a Szczesny con un regate explosivo que se había comido Gil Manzano. Esa roja frenó el ansia del Barça por infligirnos una goleada para la hemeroteca. Pero el golazo de falta de Rodrygo no tuvo continuidad. Sólo Kylian insistió. Vini estuvo negado y Bellingham mermado. Vaya bajonazo. Hoy me va a costar dormir. Cuesta asumir esto...

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