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Me encanta que los planes salgan bien

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En las previas de las grandes finales hay una pregunta recurrente para los entrenadores. ¿Qué partido imagina? Don Carlo Ancelotti, viejo zorro del fútbol, calcó el que dibujó en su cabeza. Y tras el pitido final debió pasar aquella frase mítica por su cabeza: "Me encanta que los planes salgan bien". El técnico ha optimizado durante toda la temporada las virtudes de una plantilla que muchos decían que era de transición. Menuda transición y menudo doblete. Un portero que está tocado por una varita mágica, un once cargado de experiencia en finales y con mucho oficio y un prodigio de velocidad y desequilibrio que es Vinicius, el terror de las defensas cuando tienen que defender al espacio... Y eso le bastó al técnico italiano para ganar la final.

El plan salió a la perfección. Había que sufrir de inicio. Cerrarse atrás y aguantar, y buscar a Vinicius para una galopada. Courtois hizo lo suyo y ya en el minuto 20 había hecho dos paradas de gol... Luego siguió su festival. Ancelotti imaginó, también, una segunda parte bien distinta. Una con un Liverpool cansado de percutir para nada, con más espacios y reparto de posesión. Y el gol cayó del lado blanco. No falló nada. Ni el portero, ni Carvajal (menudo partidazo), ni los centrales (inexpugnables), ni Kroos y Modric, ni Casemiro (más en la segunda mitad), ni la apuesta por Valverde, ni Vinicius... Ni por supuesto Ancelotti. Por eso tiene cuatro Champions como entrenador, el único en la historia.