El palo, la zanahoria y Trippier

El Atlético encara el verano para un inicio de tendencia. La inercia del último título no alcanzó para competir por otro como al conjunto —técnicos, jugadores y dirigentes— le hubiera gustado. "Era para volver a haber estado ahí, una oportunidad única", se venía repitiendo dentro de forma machacona, señalando las debilidades evidentes de un Barcelona en ruinas y de un Madrid al que se le adivinaban superfichajes para la 22-23, mientras, estaba al alcance. Pero no fue así. Ninguno en el Atlético estuvo a la altura de todas esas expectativas.

Y tendrá que cuidar los detalles, desde el inicio, para no repetir deslices, que de lejos parecían nimios, pero que han marcado el presente. Simeone dio sus razones y apuntó un eslabón débil que vició el inicio del curso. El caso Trippier se enrevesó en agosto, cuando evidenció sus ganas de salir. Se agudizó después, hasta hubo que apremiarle para que volviera de su lesión. Y se remendó mal en enero. El inglés era pieza apreciada por lo que podía sumar y por lo que permitía hacerlo a otros. Pero no es menos cierto que su descontento se unió al de una segunda unidad en descomposición.

El equilibrio del particular método tiene gran parte de su sustento cuando hay un racimo de jugadores rojiblancos que aún siente que puede alcanzar la zanahoria al final del cordón. Así, cuando el titularísimo se atranca o cae en alguna plaga de lesiones, todavía siente detrás el aliento de alguno de la tropa de reemplazos que saldrá a solucionar uno, un par o con suerte una fila de compromisos, antes de regresar a la primera de cambio a la silla, todavía rumiando sus ansias de revancha. Pero cuando ese fuego interno se apaga, esa energía en palabras del técnico, el pulmón extra se va al garete. Da igual que intentes renovar su contrato in extremis, cuando ya ha decidido irse, o que vuelvas a intentar regatear sus dudas con la enésima charla cariñosa. El descreimiento ya se ha apoderado de todo y es fatal. Del músculo financiero y de las ideas dependerá que Simeone sea capaz de refrescar un fondo de armario a la medida de su método.