Este cruce entre Champions y Superliga...

Preocupada por lo que Ceferin ha llamado conspiración de oligarcas (tan menguada que caben en un taxi) la UEFA maquinó una reforma de la Champions que ya anunció en su día precipitando entonces la salida en falso de la sedicente Superliga. Ahora la lanza, con algún retoque. Trata de atender a las peticiones de los clubes más ricos de los países más ricos, entre los que nació la conjura, y también abrir algo más de espacio a los que no lo son tanto. Un intento por apaciguar aquella revuelta que se gestó durante meses y reventó como un mal grano por la oposición de los aficionados británicos, que provocaron en pocas horas la retirada del ‘Big Six’.

Valorando la intención pacificadora, varias cosas me disgustan. Más partidos, más fechas, calendario más cargado… Una liga jugada en cuatro grupos. Una liga con una sola clasificación, pero no todos contra todos. Un sistema suizo muy testado en el ajedrez, pero alejado de los usos de sencillez futbolísticos. Al final de esa fase, del 9º al 24º pasarán a los dieciseisavos. Superada esa fase se enfrentarán en octavos a los clasificados del 1º al 8º según un sistema con cabezas de serie y dos trayectorias. El modelo del tenis, para entendernos, de modo que el primero y el segundo en la primera fase no se enfrentarían hasta la final.

Me agradaba la Champions que teníamos después de tan larga y acertada evolución desde su origen con un campéon por país y eliminatorias al mata-mata. De este proyecto temo una primera fase tediosa, con sólo dos fronteras calientes, del 8º al 9º, y del 24º y al 25º, lo que augura mucho partido de importancia menor. Y si es verdad que la primera fase incorpora choques entre sí de equipos del bombo 1, también aumentará sus partidos contra los de bombos menores. El proyecto Superliga me pareció sacrílego desde su concepción de cosa cerrada, pero esto no sé si funcionará o si resultará un cruce estéril, tipo mula o burdégano.