Una Liga psicológica

Hace unos días Aitana Bonmatí, la jugadora del F.C. Barcelona, recordaba en una entrevista que hablar con un psicólogo, en un momento difícil de su carrera, fue decisivo. A sus 28 años, tras haber ganado la Liga y a punto de jugar la final de la Champions, Bonmatí decía: "La cabeza es fundamental y si no funciona, nada funciona. Si tú no estás bien a nivel mental, ya puedes ir cuarenta veces al gimnasio que no te va a servir de nada". Sus palabras me hicieron pensar en esta Liga que el Real Madrid masculino ha ganado con holgura. Cada vez más, se valoran los portentos físicos, bestias que crecen desafiando la lógica y las estadísticas como Haaland o Mbappé, pero quizás porque se trata de un deporte colectivo, se desdeña la fuerza mental del jugador e incluso del grupo.

Más que la explosión de un jugador como Vinicius o el oportuno estado de gracia de Benzema, la principal virtud del Real Madrid ha sido su fortaleza psíquica. Mientras el centro de su defensa perdía a dos referentes como Sergio Ramos y Varane, y con dos estrellas desquiciadas en el vestuario como Bale y Hazard, los de Ancelotti han sabido aguantar un ritmo constante de juego, a ratos tan mediocre como efectivo, y sin perder de vista sus objetivos. Ni siquiera la derrota en el Bernabéu por 0-4 ante el Barça -el gran socavón de su temporada- consiguió afectar la confianza de un grupo mentalmente blindado. Mientras sus rivales desfallecían, el Madrid aguantaba con un centro del campo rejuvenecido, como si Modric, Kross y Casemiro fuesen lectores de Kurt Vonnegut y supieran que el paso del tiempo es una broma. Sospecho que, en realidad, sacaban la gasolina de la blandeza de los demás: la deriva del Barça de Koeman; el desgaste inesperado del Atlético de Simeone; la inconstancia de la Real Sociedad e incluso del Sevilla... Queda ver ahora si el subidón de confianza les impulsará para remontar el miércoles contra el Manchester City, igual que ante el PSG. Ganará quien mejor entienda que las piernas las mueve la cabeza.