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El antimadridismo es un barómetro

No nos perdamos por diferentes caminos ni por cálculos complicados: si el Madrid gana esta noche en Sevilla será campeón de Liga. Cualquier ser dotado de un poco de sentido común lo sabe, aunque otros nos quieran vender relatos falsificados. Hay un elemento que, además, hace intuir que el club blanco tendrá dos o quizás tres títulos que celebrar esta temporada. Lo podemos llamar el barómetro del antimadridismo. Más sube, más conciencia existe de que el equipo merengue va a ganar. Más sube este odio centenario, más temor provocan los pases de Modric, los goles de Benzema y las paradas de Courtois. Durante muchos años creí que el antimadridismo era una costumbre muy española, una especie de folclore nacional. Estaba equivocado. Esta afección la sufre gente de muchos países.

Así es, el antimadridismo se traduce en varios idiomas y se ha extendido al mismo tiempo que ha crecido a nivel internacional el amor por este club. Algo que los que admiramos al Madrid tenemos que aceptar. Intento entender el porqué pero no lo consigo. ¿Por qué en Francia, por ejemplo, se puso en duda la honestidad del árbitro cuando acertó al anular el gol de Marcos Alonso? ¿Por qué, desde Italia, Cassano se mete de forma tan sucia con el juego del Madrid? No lo sé. Pero me preocuparé el día que desaparezca el antimadridismo. Es el reverso de la medalla de oro.