El elemento diferenciador
Cuando se llega a los cuartos de final de la Champions, un club privado dónde se encuentran los ocho mejores equipos de Europa, se supone que el nivel es bastante similar.
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Cuando se llega a los cuartos de final de la Champions, un club privado donde se encuentran los ocho mejores equipos de Europa, se supone que el nivel es bastante similar. Por supuesto que, ahora, un Manchester City o un Bayern aparecen como favoritos de la competición y que el Benfica o el Villarreal pueden ser considerados como Cenicientas. Sin embargo, cualquier participante de la recta final puede eliminar a su rival. Todos los partidos van a ser competidos. Así que, para superar a su oponente, los entrenadores van a necesitar una táctica impecable que poner sobre el césped. Pero no es suficiente. Siempre hace falta algo más, un plus que inclina la balanza. Se llama el elemento diferenciador.
Recuerdo que varios meses después de caer en las semifinales contra el Chelsea y después de haber reflexionado mucho sobre las razones de la derrota, Zinedine Zidane me explicó qué había faltado al Madrid este elemento diferenciador. "Con un Eden Hazard a su nivel la cosa hubiera sido otra, hubiéramos llegado a la final y la hubiéramos ganado", me confesó el ya extécnico madridista. Hoy el belga no está y no sabemos si volverá a estar un día, pero el Madrid necesita, para vencer al equipo inglés, que alguien muestre algo diferente a su rendimiento habitual. Que un jugador se supere a sí mismo. ¿Será Vinicius? ¿Será Marco Asensio? ¿Será Rodrygo?
