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‘Salas brumosas’ y esplendor en la hierba

¡Madre mía que fin de semana nos ha dado el arbitraje! La buena disposición con que casi todos (me incluyo, a pesar de mi desconfianza inicial) nos dispusimos a vivir la nueva época de fútbol con VAR es cada vez más difícil de mantener. Como bien dijo Mendilibar, de palabras siempre cortas pero sabias, el VAR se nos ha quedado en una verdad a medias, que ya sabemos que es peor que una mentira. Corrige donde y cuando quiere, esa es la conclusión que se va extendiendo. Luego vienen explicaciones, que si el contacto, que si el protocolo, que si tal, que si cual. Explicaciones de quita y pon, como los incesantes retoques del Reglamento.

Mendilibar se quejaba de dos jugadas no revisadas, un penalti de Lodi y el codazo de Vrsaljko; como el Celta se queja (y el antimadridismo en general), de que no se revisara el tercer penalti. “Es que si hay contacto el protocolo dice que no se entre”, te dicen. Pero hay casos en que sí, por ejemplo en el de Hazard ante el Elche o el de Mir en campo del Rayo Vallecano. ¿Entonces? Claro, que todo se puede empeorar. Ayer un sexador de pollos de la ‘Sala Brumosa’ imaginó una mano de Mario Suárez y consiguió convencer al árbitro. Nada que ver con algo ‘claro y manifiesto’.

Un desastre, por no seguir con más casos, que los hubo. Y no sigo porque no quiero dejarme arrastrar por malos rollos cuando acabo de ver el estupendo Barça-Sevilla, resuelto con una perla de Pedri. Un partidazo que enaltece nuestro campeonato y permite confiar en que el fútbol tiene unas fuerzas naturales tan positivas que esta conjura de necios que lo acecha de un tiempo acá no podrá con él. Y un Camp Nou de nuevo lleno e hirviente para contemplar la plena recuperación de su equipo de la mano de Xavi, que cogió al Barça noveno y ya lo tiene segundo. Esplendor en la hierba frente a las ‘salas brumosas’.