Luis Enrique marca el rotundo acento

Un partido amistoso para Islandia y muy profesional para España cerró la semana de la Selección, antes de que en dos meses frenéticos se decidan las competiciones entre clubes. Islandia no tuvo la piel de elefante de Albania, que se resistió a la derrota con toda su alma. España se exprimió para ganar en Cornellà. En Riazor todo le resultó fácil y fluido. Fue un equipo disfrutón. La Selección juega bien, está cada vez más firme, da impresión de grupo compacto, creciente, convencido de unas cualidades que estaban bajo sospecha hace un año. En este paisaje, un personaje se acentúa más que ningún otro: Luis Enrique.

En julio, España alcanzó las semifinales de la Eurocopa y salió eliminada en la tanda de penaltis de la semifinal, después de una exhibición frente a Italia, que días después ganó el torneo. Un equipo acudirá al Mundial. El otro, no. Algunos de los jóvenes que participaron en aquel encuentro empaquetaron las maletas, viajaron a Tokio y recorrieron las dos semanas de Juegos Olímpicos hasta alcanzar la final. Perdieron en la prórroga frente a Brasil, que siempre es referencia en el fútbol. Dos meses después, en octubre, España disputó en Milán la semifinal y final de la Nations League. Volvió a desarmar a Italia en el juego y esta vez también en el resultado. Gavi, un crío de 17 años, con menos de 200 minutos en Primera División, fue titular y proclamó que la Selección no le venía grande. Al contrario, le venía como un guante. La Selección recuperó todo su prestigio en las tres últimas competiciones. La derrota con Francia en la final de la Nations League se recordará más por el polémico gol de Mbappé que por el rendimiento de Francia. España funcionó mejor y con más estilo que la campeona del mundo.

Quedaba, sin embargo, por superar la asignatura más importante. Dos tropiezos iniciales con Grecia y Suecia habían colocado a España en una situación más que delicada en la fase de clasificación del Mundial de Qatar. Ni tan siquiera estaba asegurado el segundo puesto, que permitía participar en la repesca. Aquellos tempranos inconvenientes elevaron el fragor del debate en torno a Luis Enrique, a sus decisiones y a la calidad del equipo. La negatividad supuraba por todos los costados.

Morata marcó dos goles a Islandia en Riazor.

Si algo han demostrado Luis Enrique y sus jugadores es la capacidad para mantenerse firmes y confiados en un ambiente tenso, de desconfianza, belicoso en algún caso. La trayectoria de la Selección en el último año y medio no se ajusta al típico caso de equipo favorecido por el viento de cola y el entusiasmo de hinchada y periodismo. Ha sucedido lo contrario. Paso a paso, centímetro a centímetro, el equipo ha ganado el aprecio general hasta llegar a un punto desconocido en muchos años, quizá desde la Eurocopa de 2012. Ha regresado la comunión deseada: España cumple en el campo y genera empatía a su alrededor. Es un equipo que merece el elogio general.

La Selección cerró con éxito la fase de clasificación del Mundial. Aprobó el duro examen que Italia no pasó y que ha costado sudores fríos a Portugal. Sin angustias, España ha jugado dos partidos en los últimos días. Han participado todos los convocados, dos alineaciones distintas –salvo Morata, ninguno de los titulares lo fue contra Albania– y un rendimiento notable. Puede jugar cualquiera y funcionar bien en un equipo compacto, sin egos, sin estrellas comerciales, pero perfilado con mucho trabajo y buen ojo por Luis Enrique. Hay representantes de todas las generaciones: gente que disputó el Mundial de 2010 y la Eurocopa 2012 y futbolistas que brillaban entonces en las categorías juveniles y no cumplieron con las expectativas después, además de un puñado de jóvenes sobre los que no pesa la mala experiencia de los dos últimos Mundiales y la Eurocopa 2016.

La mezcla parece adecuada. Nadie se siente capitán general, autoridad que claramente corresponde ahora a Luis Enrique. Sobre sus espaldas recayó el abrumador peso de un equipo que había decepcionado en cada torneo, después de vivir la más brillante de las épocas. Esta Selección es obra suya al 100%. Después de tanto tiempo, España vuelve a transmitir una vibración especial.