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El tortazo de Will Smith en los Oscar ha suscitado controversia. Para algunos es un acto de lealtad con su mujer, para otros una reacción de gallito machista, dado que sugeriría que ella no es capaz de defenderse sola. Como cualquier otro ámbito, también el fútbol es escudriñado bajo una mirada de género. Hay quien opina que constituye el último refugio del patriarcado: los comportamientos testosterónicos serían allí avalados y valorados.

Reconozco que me resulta emocionante cuando Simeone arenga a los suyos como si se jugaran la vida en ese partido. Y me estremezco al ver a Luis Suárez tratando de imponerse a su marcaje, aunque este sea más alto y más joven. Y así, en todos los equipos, hay algunos hombres que mantienen vivo el recuerdo de los Batistuta, los Camacho o los Juanito.

No niego que estos modelos de virilidad tengan algo de trasnochada hombría. Pero tampoco creo que sea un machista todo aquel a quien le inspire el pundonor competitivo, el indomable orgullo y aun la idea de que, da igual lo que hagas, lo único que vale la pena es realizarlo con absoluta y obsesiva pasión, como si quedaran 90 minutos para el fin del mundo.

Borja Iglesias se disculpa en un partido con el Betis.
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Borja Iglesias se disculpa en un partido con el Betis.MIGUEL MORENATTIDIARIO AS

En todo caso, están surgiendo otros modelos de masculinidad. No hay más que echar un vistazo a la Selección. Los Pedri, Gavi y compañía —como Xavi e Iniesta, antes que ellos, o Butragueño, hace más tiempo aún— no necesitan mirar con ojos asesinos al rival. Ocurre en todos los equipos. En el Betis, por ejemplo, Borja Iglesias no elude bregar con los defensas, pero, a diferencia de los delanteros más bilardistas, el Panda bromea con su adversario, se disculpa cuando comete una falta y no mete la pierna si hay riesgo de lesión. A algunos aficionados del Villamarín les parece blando, pero a mí me resulta igualmente inspirador que otros tipos duros, aunque por diferentes motivos: más allá de que representa la inteligencia y el talento frente al empuje y la mera fuerza física, le consideré un intrépido valeroso cuando se pintó las uñas de negro para denunciar el racismo y la homofobia. Demostró que hay muchas maneras de ejercer la valentía y muchos frentes donde presentar batalla.

Dentro y fuera del campo, Borja es un tipo educado, de los que dicen en la mesa "que aproveche" y "perdón" cuando golpea el tobillo del contrario. En la afición verdiblanca hay debate. Se ve que los hombres estamos cambiando. O no.