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Alberto del Campo

Alberto del Campo

Catedrático de Antropología Social en la Universidad Pablo de Olavide. Nació en Sevilla, en el hospital más cercano al Benito Villamarín, en 1971. Probó suerte con el fútbol hasta que una lesión truncó su sueño. Culminó tres carreras —Derecho, Filología Alemana y Antropología Social— y obtuvo su Tesis Doctoral con Sobresaliente Cum Laude, pero confiesa que daría todos esos títulos por haber ganado —jugando— uno solo con el club de sus amores. Las letras se le han dado mejor que el balón: ha escrito 23 libros y cientos de artículos científicos sobre temáticas como los estereotipos regionales y nacionales, el flamenco, los rituales festivos, el humor o el fútbol. Por sus investigaciones, ha sido reconocido con hasta siete premios nacionales e internacionales, incluyendo el Premio Internacional de Estudios Humanísticos Manuel Alvar. Ha impartido conferencias y docencia en numerosas universidades extranjeras y ha realizado trabajo de campo antropológico en lugares tan diferentes como los Andes ecuatorianos o la Alpujarra. En cada nuevo viaje y proyecto de investigación presta atención a lo que más le gusta: el fútbol, en sus diferentes facetas y dimensiones socioculturales. Actualmente es articulista en ABC, los diarios del grupo VOCENTO y AS. Algunos de sus últimos libros: El gran teatro del fútbol. Héroes y villanos del deporte que explica nuestro mundo (La Esfera de los libros, 2022); Historia de la Navidad (El Paseo, 2020); La infame fama del andaluz (Almuzara, 2020); Burla burlando (Amaranta, 2019).
  • Educación: Catedrático de Antropología Social en la Universidad Pablo de Olavide
  • Rol: Columnista en Diario AS
  • Ubicación: Sevilla

A falta de partidos en directo, suelo echar mano de encuentros memorables...

PorAlberto del Campo

Miguel Pardeza tiene algo de hombre del Renacimiento. Su último libro —A pie cambiado— constituye, como reza su subtítulo, el “cuaderno de un futbolista desencantado”.

PorAlberto del Campo

Es un ejemplo de cómo alguien puede ser local, regional y nacional a la vez

PorAlberto del Campo

“Soy un gitano errante sobre el campo. Buscando un espacio libre...”, escribe Pirlo.

PorAlberto del Campo

El buen aficionado no busca tanto “espectáculo”, como vivir un día de “fiesta”.

PorAlberto del Campo

Voy a proponer al ayuntamiento de mi pueblo que reconozcan a esta mujer con una calle.

PorAlberto del Campo

Hazard está entre los diez futbolistas mejor pagados del mundo, se pasea en Lamborghini, pero no cumple en los entrenamientos ni en los partidos.

PorAlberto del Campo
PorAlberto del Campo

Una asistencia y el gol definitivo encumbraron a Ceballos. Pero, ¿es suficiente?

PorAlberto del Campo

Cada año busco con la mirada aquel balón, como si uno esperara el milagro de no envejecer

PorAlberto del Campo

Ningún futbolista ha estado tan sometido a un escrutinio tan constante como él.

PorAlberto del Campo

Gentile cosió a patadas a Maradona. Yo tenía 10 años y creo que aún recelo de los italianos...

PorAlberto del Campo

Mi mujer dice que estoy loco porque quiero ver todos los partidos del Mundial

PorAlberto del Campo

No hay verso al fracaso o al dolor que no se encarne, en mi imaginación, en algún jugador

PorAlberto del Campo

Como la autoridad, el liderazgo se gana, no se exige. La humildad y la perseverancia también son elementos esenciales en el líder.

PorAlberto del Campo

El fútbol ha dejado algunos genios, fuera y dentro de la ‘cancha’, irrepetibles. Ibrahimovic, recuperándose de su lesión en una cabaña, el último de ellos.

PorAlberto del Campo

Claro que es lógico que el fútbol se inspire en aquellos animales que sugieren bravura...

PorAlberto del Campo

Aristóteles lo hubiera denominado ‘eutrapelia’. Por aquí lo llamamos ‘desparpajo’

PorAlberto del Campo

Procede del latín ‘illusio’ que significa engaño. ¿Qué sería del fútbol sin engaño?

PorAlberto del Campo

El obseso del fútbol no deja de pensar en su deporte favorito en verano, aun cuando no haya competición.

PorAlberto del Campo
PorAlberto del Campo

Tipos como Nadal inspiran a sus competidores porque les obligan a ir más allá. No hay como encontrar un antagonista excepcional para superarse...

PorAlberto del Campo

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