A Bale que huye, puente de plata
Cada día que pasa falta uno menos para que Gareth Bale se vaya del Real Madrid. Esa es la única cuenta que echan en el Santiago Bernabéu. El delantero galés ha dejado pasar la oportunidad de hacer historia. Tiene unas condiciones fantásticas de cuello para abajo, pero no se puede decir lo mismo de cuello para arriba. En el club saben que Bale se marchó hace mucho tiempo. Desde que no despidió fulminantemente a su agente cuando llamó repugnantes a los socios del Madrid. Ese día Bale tomó partido, y desde entonces se le da por amortizado.
El problema de Bale ha sido la adaptación. Lleva casi una década en España y habla español peor que Camavinga, que acaba de llegar. En casa de Gareth todavía se fríen los huevos con mantequilla. Si pudiera, compraría nubes para que le lloviera en el jardín. Todo con tal de sentir que el paisaje, las vistas y los olores de Madrid fueran como los de Cardiff. Lo único que le gusta de España es el campo de golf de Puerta de Hierro.
Y así se ha tirado diez años: jugando poco y ganando mucho. Faltan exactamente 96 días para que el madridismo sea feliz. El 30 de junio se abrirá la puerta del Madrid para que salga Bale y entre Mbappé, que ya no sé que hará más ilusión a la parroquia blanca.