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El mejor escenario para una catarsis culé

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El Barcelona se planta esta noche en el Bernabéu sin depender de Messi por primera vez en mucho tiempo. El argentino, tantas veces decisivo ante el Real Madrid, había dejado claro en sus últimos enfrentamientos ante los blancos que no le alcanzaba ya para estos partidos y este hecho provocaba una frustración descomunal en una afición acostumbrada a ver genialidad tras genialidad, aunque no haya palabras suficientes para agradecer lo que hizo por el Barça durante tanto tiempo. Superado el tiempo de duelo, el modelo se está reconfigurando y de la mano de Xavi se impone la colectividad.

Llega el Barça al Clásico con la certeza de que esta vez sí puede mirar a la cara al Real Madrid en un duelo directo, una sensación que se había perdido hacía tiempo. La baja de Benzema ayuda, claro está, pero con el francés las expectativas serían las mismas aunque el resultado podría ser diferente. Luego la ley de estos partidos, que son especialmente imprevisibles y dados a las sorpresas, marcará el desenlace, pero para empezar, la previa es muy diferente a la de los últimos choques. Algo es algo.

Xavi dejó claro en la previa una idea que muchos culés no quieren ver: ni ganando hoy la Liga parece al alcance del Barça. El terreno cedido es demasiado y el Madrid, no nos engañemos, tampoco parece estar a punto de una debacle ni que sea derrotado por los blaugrana. Pero eso no quita que la exigencia de los catalanes sea máxima. Más allá del resultado, examinan un modelo de juego que tiene que devolver cuanto antes al Barça a la élite. La presión es mínima. Perder no supone un drama clasificatorio. El único drama es que no jueguen de blanco y de blaugrana.