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El relato del Barça

El Barça afrontó la eliminatoria ante el Galatasaray pensando que sería un paseo, que en el Camp Nou la iba a resolver y podría tomárselo con calma en la vuelta -a tres días de jugar en el Bernabéu- y terminó casi pidiendo la hora en Estambul. Escribo casi porque en los seis minutos de prolongación fue precisamente cuando menos sufrió y manejó el tiempo y la pelota, así que alguien debería preguntarse cómo es posible complicarse tanto la vida. Ya va siendo hora de exigir a un equipo que ha eliminado al undécimo clasificado de la liga turca, a nada menos que 32 puntos del primero. Aquí no hay proeza, ni épica. Pasar a cuartos era lo mínimo, vaya.

El relato que venden en el Barça desde hace rato es digno de estudio. Resulta que todos son buenísimos, unos cracks; desde Ter Stegen que afirma estar como un rosa, pasando por Dembélé que podía ser el mejor del mundo en su puesto y hasta De Jong que cree que quien le critica es porque no se mira sus partidos. Son la bomba. Incluso Xavi Hernández aseguró anoche que habían firmado un gran partido, que habían dominado una barbaridad, que todo perfecto. Al final, de tanto repetirlo, se instala la sensación de que, efectivamente, somos los demás los que no tenemos ni puñetera idea de fútbol y resulta que ellos, los que están dentro, no tienen otro remedio que corregirnos y tirarnos de las orejas porque somos una panda de cenizos, vinagres y agoreros, incapaces de ver y descifrar ese fútbol que están jugando a un nivel excelso. O unos antibarcelonistas que no remamos y pretendemos hundir el barco.

El Galatasaray se adelantó en el marcador. La primera parte fue un desatino y Pedri apareció para arreglar el desaguisado con dos golpes de cadera y un ejemplo de personalidad en el momento justo. En la segunda, después del gol de Aubameyang, volvieron a descomponerse y a dar aire al Galatasaray, undécimo en la liga turca, a 32 puntos del líder. Pies a tierra y menos hipérboles, si us plau.