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Pisotón al sentido común

Hagamos un poco de memoria y recordemos que los jugadores siempre han usado tácticas de intimidación hacia los contrarios. Así es como hemos llegado a ver tantos pisotones que los protagonistas llaman ‘fortuitos’.

Hubo una época en la que era común el ‘tackling’ por detrás tocando el balón pero a la vez, por efecto del movimiento, golpeando con la otra pierna a los tobillos del jugador contrario. Esas acciones no nos parecían rojas pero dejaron fuera de los terrenos de juego a muchos jugadores. Se detectó el problema y se empezó a cambiar de amarilla a roja la sanción para estas acciones en las que, repito, primero se tocaba balón. Hoy en día podemos decir que están erradicadas.

Posteriormente llegó la moda de los codazos. Hubo temporadas con mas de diez lesiones graves de pómulo. El jugador siempre decía que saltaba así como protección y que no quería hacer daño. Entonces se decidió que este tipo de acciones de saltos con movimiento de brazo al contrario eran muy peligrosas y empezamos a expulsar. Milagro: dejaron de verse estas acciones tan dañinas. Aún hoy se producen algunas, pero están casi erradicadas.

Ahora en nuestro futbol nos encontramos con la moda de los pisotones, enmascarados en una disputa de balón que muchas veces no es tal. Vayamos al principio del espíritu del juego. Jugar al fútbol no implica la deliberada acción de pisar a un contrario con la excusa de jugar el balón. Pisar a un contrario es más grave que un ‘tackling’. El jugador debe saber medir cuando mete el pie al disputar el balón y ser consciente del riesgo que supone para el adversario, de igual manera que lo es para su equipo si juega el balón con la mano en su área.

Aquí veo un gran problema. Desde los comités técnicos arbitrales nos hablan de roja si la acción se produce por encima del tobillo. Si el pisotón se produce por debajo, abogan por una simple amarilla. ¿Y por qué digo yo que es un problema? Fácil. La IFAB, que es la que legisla, no habla en ningún momento de altura ni de intención ni de otras cosas. En cambio, el que dictamina cómo aplicar esa regla da un montón de parámetros que le quitan al árbitro poder de decisión. Así, intentan equiparar muchas acciones cuando la regla es muchísimo mas sencilla que todo eso.

Se entiende que el uso de fuerza excesiva se produce en aquella acción en la que el jugador se excede en la fuerza y la impetuosidad empleada o pone en peligro la integridad física del adversario. En ese caso, el infractor deberá ser expulsado.

Y ahora cito la circular de este verano, elaborada por el CTA y no por la IFAB, que es la que legisla. En la evaluación de este tipo de jugadas, el árbitro deberá valorar:

-La zona del cuerpo con la que el jugador realiza la entrada: tacos, empeine, pierna…

-La zona del cuerpo en la que se impacta: pie, tobillo, tendón de Aquiles, pierna, cuerpo, cabeza...

-Intensidad, velocidad, fuerza y riesgo de lesión.

Como veis, la regla en si es fácil y nada complicada. Luego queremos darle una interpretación y la llenamos de conceptos que hacen que el arbitro cada vez sea más un administrativo y quede alejado del sentido común del futbol.

Volvamos a dar al árbitro su personalidad, dejémonos de intentar hacer marcas olímpicas con ellos y, sobre todo, no hagamos colegiados de laboratorio. Y aquí cito a Criss Jami: “El papel del genio no es complicar lo simple, sino simplificar lo complicado”.