Frenazo en seco que complica las cosas al Real Valladolid
Se rompió la racha. El Real Valladolid dejó escapar en Oviedo la gran oportunidad de hacerse por derecho propio con una plaza de ascenso directo. Bien es cierto que entraba dentro de la lógica que pudiera terminarse la racha de once partidos sin perder. Oviedo era un escenario en el que había perdido el Almería y había empatado, sin merecerlo, el Éibar. Cuando los de Ziganda tienen el día son un rival peligroso. Pero con lo que nadie contaba es con la jugada que iba a marcar el partido en el minuto 13. Reglamento en mano y tras la llamada del VAR, este tipo de acciones se vienen castigando habitualmente con expulsión. Lo que en directo parece una simple falta más, que al mismo árbitro le pasó desapercibida, analizada cuidadosamente por el video acaba resultando juego brusco grave y roja directa. En el fútbol de toda la vida esas acciones se quedaban en amarilla. Ahora son roja y, aunque nos duela reconocerlo, el reglamento está así. No sería mala cosa que los futbolistas trataran de medir su intensidad, especialmente en jugadas sin peligro y en campo rival. También influyó la tardanza en la recuperación de Viti. Solo él sabe si le dolía tanto y de verdad. La consecuencia de la atención requerida al delantero asturiano es que el VAR tuvo tiempo de revisar y de avisar a Iglesias Villanueva, un nefasto colegiado que no dudó en expulsar a Carnero.
Y esa expulsión lo cambia todo. Principalmente porque, al igual que en Almería, al quedarse con diez los de Pacheta ceden terreno en exceso y acaban siendo superados por un Oviedo que jugó sus cartas con gran acierto y que además tuvo una tarde de inspiración. Lo cierto es que se juntó todo. El Real Valladolid sé diluyó, no supo tratar de equilibrar las fuerzas desde la inferioridad numérica, cosa que muchas veces los equipos sí consiguen, y la cosa se fue poniendo cada vez más imposible. El Oviedo vivió una fiesta inesperada y a los pucelanos les pegaron un baño de realidad que sirve de aviso de lo que todavía está por venir. Nadie regala nada y en el momento que menos lo esperas te pintan la cara.
Pero consideraría este partido como un accidente. Pasó y punto. Se sacan las consecuencias que se tengan que sacar y a buscar el triunfo ante Las Palmas. La trayectoria del Real Valladolid en la presente temporada no puede quedar marcada y dinamitada por un único encuentro. No hace tanto que al Éibar le endosó cuatro el Cartagena o al Almería el Zaragoza tres. Estas cosas pasan. No perdería ni un solo minuto más en remover lo ocurrido en Oviedo. Se trata de ganar el sábado a Las Palmas y esperar a lo que puedan hacer después el Éibar en Ponferrada y el Almería en Tenerife. Puede ser una buena jornada si los de Pacheta superan a los canarios. Quedan once partidos y cada triunfo acerca al objetivo y cada derrota lo aleja. En el Tartiere se rompió la racha, pero no puede romperse la ilusión ni la esperanza de lograr el ascenso directo. La Liga son 42 jornadas y a veces estas cosas pasan. Sin más. El trago lo pasaron todos, jugadores y aficionados. A recuperarse del golpe.