Entrenar al Madrid es fácil
No lo digo yo porque me daría vergüenza afirmar tal cosa. Porque nunca he sido técnico de fútbol ni futbolista, ni siquiera he conseguido, en medio siglo de vida, dar una patada correcta a un balón. La frase en cuestión es muy fuerte: "Entrenar al Madrid es fácil". Fue pronunciada por alguien que, sí, tiene derecho a pronunciarla. El pasado miércoles, después de la fascinante victoria del equipo merengue sobre el (ridículo) PSG, le pregunté a Carlo Ancelotti en directo en RMC Sport, la televisión que transmitía el partido al otro lado de los Pirineos, sobre el riesgo que representaba para él haber vuelto al club dónde había triunfado y cuya historia había marcado, conquistando la famosa Décima después de doce años de sequía europea.
Con una sonrisa llena de sinceridad y de felicidad me contestó: "Frédéric, entrenar al Madrid es fácil". Más allá de la humildad que siempre caracterizó al míster italiano, más allá de su profunda convicción de que los jugadores son más importantes que cualquier técnico, Carletto quiso subrayar que en el Santiago Bernabéu pasan cosas que no pasan en los demás estadios, que el Madrid hace cosas en la Copa de Europa que los demás no saben hacer. Y que nadie puede explicar realmente, y que nadie podrá imitar jamás. Ancelotti se hizo pequeño frente a la inmensidad del Madrid y por eso es el más grande.