El Promesas de Baptista, en picado hacia el descenso
No empezó bien el fin de semana para el Real Valladolid. La noche del viernes nos dejó, para abrir boca, una nueva victoria del Almería, la cuarta consecutiva, y la humillante derrota del Promesas ante el filial del Athletic. Empezaré por esto último. La visita a Lezama se presentaba como una buena oportunidad de acercarse a la permanencia jugando ante un rival directo, un equipo joven y que debía adaptarse mejor a lo que le puede venir al conjunto de Baptista; de hecho, en la primera vuelta los blanquivioletas lograron ganar con autoridad a los cachorros rojiblancos. Eran otros tiempos. El Promesas competía, le costaba ganar, pero ofrecía cosas interesantes que mantenían la esperanza de una mejora posterior de cara a la segunda vuelta de la competición. Pero ahora, de aquello, ya no queda nada. El equipo está roto. El ridículo realizado por el conjunto de Baptista en Lezama fue verdaderamente notable. Fue un conjunto desbordado, superado, incapaz de contener las acometidas del rival, torpe con el balón, débil en el aspecto físico y desasistido desde el banquillo. Lo mejor fue, sin duda, el resultado. Es cierto que el árbitro anuló injustamente un gol a Slavy, pero nada hubiera cambiado porque los postes salvaron de más goles al Promesas. Un 5-1 debió haber sido el resultado final.
La imagen del filial está siendo el reflejo de unos números penosos. De los últimos nueve partidos, siete derrotas, un empate y solo una victoria. De los últimos 18 puntos solo se ha sumado uno. Y sufre sangría defensiva con 45 goles encajados, una barbaridad. No hay que ser un lince para darse cuente de que la situación es de un cese del técnico de manual. Los jugadores, lejos de progresar, como dice inconcebiblemente el brasileño, parecen cada día peores. Son superados por rivales a los que en la primera vuelta pudieron controlar y hasta superar en muchas ocasiones. Pero la situación actual es de alarma roja. El filial se arrastra, siendo un equipo que aparenta estar muy mal entrenado, sin físico y sin el más mínimo concepto defensivo. Así no se va a ningún sitio. Los chicos no progresan y a Baptista el cargo le viene grande, muy grande. Su discurso vacío y sin autocrítica ya no se sostiene. Fue un gran jugador, pero como entrenador está por demostrar que pueda estar capacitado. Lo que vemos hasta ahora no promete. Así que, viendo el apoyo incondicional que presidente y director deportivo le dan a Baptista, la suerte parece echada. El filial bajará con el brasileño y nada parece que podrá evitarlo. Una pena, porque los jugadores no son tan malos.
Y mañana domingo, pensando ya en el primer equipo, llega el Amorebieta a Zorrilla. Es un partido que hay que ganar para no ceder más terreno ante los de arriba. La victoria del Almería demuestra que van a ser necesarios más puntos que otros años para lograr el ascenso directo. No debería olvidar Pacheta que el playoff es solo tener un 25 por ciento de opciones de subir y que no siempre se logra el objetivo. Es vital ir a por la segunda plaza y, ahora, los vallisoletanos van a remolque. No queda otra que ganar de nuevo y esperar a que la próxima jornada llegue el fallo de los rivales. Y cuidado con lo que viene después, con las dos salidas a Tenerife y Oviedo. No ganar al Amorebieta podría alejar de manera muy importante a los pucelanos de los dos primeros puestos. Ganar mañana es seguir ahí, igual de cerca pero con una jornada menos.