Pacheta y la hora de la verdad
Pacheta, con su discurso llamando a la tranquilidad, está claro que pretende quitarle presión a los jugadores. Les quiere tranquilos, alejados de la tensión y de los nervios, pero la realidad clasificatoria del Real Valladolid, sin llegar a decir que es preocupante, sí es lo suficientemente alarmante como para tener muy tiesas las orejas.
El equipo está respondiendo en los partidos de casa, las sensaciones son buenas; el último empate ante el Girona puede considerarse como un desgraciado accidente. Pero lejos del fortín del José Zorrilla las cosas cambian, son distintas. Es verdad que el equipo genera ocasiones de gol, que quiere ser protagonista, pero quizás lo hace con menos ambición y menos convencido y en ocasiones dando por bueno sumar un punto; tal y como pudimos comprobar en las últimas dos salidas ante el Fuenlabrada y el Zaragoza. No se va a ascender a base de empates lejos de Valladolid, entre otras cosas porque en esta Liga, tal y como se ha pronunciado el propio Pacheta, cualquiera puede pintarte la cara, fuera... y también casa.
Echando la vista atrás, la sensación es la de haber desaprovechado dos oportunidades de sumar de a tres ante maños y fuenlabreños; y claro, eso te hace que sea una necesidad urgente y perentoria ganar en Cartagena. Y digo ganar porque no hacerlo implicaría que esa llamada a la tranquilidad de Pacheta perdiera todo su efecto. No ganar significaría encadenar una racha de tres partidos sin conocer la victoria, ampliar a dos meses nuestro último triunfo lejos de Zorrilla, además de perder comba respecto a nuestros rivales más directos en la lucha por el ascenso directo. No se asciende en febrero, tampoco en marzo, pero en estos meses sí se empiezan a poner las bases que marcarán el camino.
Triunfos son amores y no buenas razones, y Pacheta es plenamente consciente de ello. En Cartagena hay que hacer mucho más que lo habitual para ganar; porque sí, porque ha llegado la hora de la verdad.