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Madrid

Asensio es demasiado bueno para pasar tan desapercibido. En ocasiones uno lo ve deambulando por el campo y da la impresión de que no hubiera terminado de dar el paseíllo, vestido de luces pero sin entrar en faena. No puede limitarse el mallorquín a ser una figura de tardes inspiradas. El equipo necesita que dé un paso adelante en agresividad. En terminar de creérselo. En egoísmo. Siempre se ha dicho eso de que si no pones a un jugador en la mejor posición para brillar, luego no le puedes culpar por fallar. Al mallorquín le tocó la ingrata tarea de suplir la baja de Benzema en punta de ataque, lugar no tan habitual para él. Jovic, el teórico suplente, se quedó fuera. Sin embargo, Asensio debería tener capacidad de sobra para lograr hacerse notar como 9, falso o no, en un partido como el de San Mamés, para conseguir entrar en el partido antes e intimidar al rival. Porque lo tiene todo: velocidad con el balón, clase, habilidad en el regate y una zurda de pitcher de béisbol.

Da la impresión con Asensio de tener un Porsche aparcado en la puerta de casa, cubierto de hojas. A veces das una vuelta con él y ya solo con escuchar cómo suena en un par de rectas sientes que podrías ir hasta el fin del mundo con él. Que su motor es distinto al de los demás. Que es de otra clase. Y luego hay momentos en que lo ves desde el autobús, ahí parado, y recuerdas con nostalgia esas noches en la carretera con el viento en la cara, como en una de esas canciones de Springsteen.

El documental ‘Pavones’ (Movistar+) cuenta el desplome del Madrid de los galácticos entrenado por Carlos Queiroz. Varios jugadores señalan como principal catalizador de aquel desastre a que el preparador portugués solo contaba con 12 jugadores de campo a la hora de la verdad, siendo Solari ese comodín que salía del banquillo. El resto era puro atrezo. Y así fue cómo, de un día para otro, fiasco en Copa del Rey mediante, el equipo se derrumbó.

Ancelotti tiene una plantilla más compensada que aquella (y es mucho mejor entrenador), pero la sensación es peligrosamente familiar. Muestra bastante sus cartas prefiriendo a jugadores fundidos tras vuelos y partidos internacionales por delante de otros frescos, entrenando toda la semana en Madrid. Nacho y Lucas tal vez cumplan con esa función de jugador número 12 en posiciones concretas. Valverde, que tan bien cubrió la baja de Kroos en el arranque de la temporada, no termina de asentarse entre parones. Y los Jovic, Hazard, Isco, Mariano, Camavinga y Ceballos están fuera de escena. Bale pertenece directamente a otro tiempo-espacio.

Por eso es tan necesario Asensio. Para luchar contra esos viejos fantasmas que también juegan de blanco y a veces parecen de los nuestros.