Dembélé, Aubameyang y el sudoku del Barça

Durante todo el día de ayer pensé hasta qué punto es difícil el negocio del fútbol. Todo un Barça, el club, largamente centenario, de Samitier, Kubala, Cruyff, Maradona y Messi, ha vivido todo el mes pendiente del albedrío de Dembélé, un chico cuyo mundo empieza y acaba en la play, los amiguetes y las pizzas. O, peor aún, de su agente, al que ni siquiera podemos agradecer un regate, una escapada y un tiro al larguero de cuando en cuando. Toda la cancillería del Barça a revientacalderas para resolver un sudoku Arsenal-Aubameyang-Dembélé-Tottenham, que al final quedó resuelto a medias: viene Aubameyang, pero Dembélé se queda.

Para cuadrar las cuentas, Aubameyang, al que se intentará inscribir como jugador en paro, cobrará muy poco ahora y más el curso que viene. El Barça trata de salir del apuro económico barriendo bajo la alfombra. Renovó a Umtiti a cambio de pagarle menos hasta junio y más en los próximos años, igual que convenció a sus jugadores sobrepagados para diferir parte de sus ingresos. Al tiempo, parte de la soldada de Coutinho correrá a cargo del Aston Villa, donde ha ido cedido hasta junio. Con todo eso dio para traer a Ferran Torres y a Adama Traoré (Alves aparte, comprometido desde antes), y con ese truco del paro, a Aubameyang.

Todo un encaje de bolillos de Mateo Alemany, al que no hay que regatear mérito. Comprando en ‘outlet’ y acumulando pagos para el futuro le ha ido apuntalando a Xavi una delantera que había sufrido un nuevo revés con Ansu Fati. Claro que los que vienen desmerecen mucho frente a los Griezmann, Luis Suárez y Messi, marchados hace nada y menos, pero esto es lo que le toca. Se queda Dembélé, mal mirado por todos porque ha sido fieramente insensible a las necesidades del club, pero ya que se queda lo propio será utilizarle. El Barça necesita ser al menos cuarto en LaLiga y, mejor aún, ganar la Europa League. Y para eso no sobra nadie.