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¿Quién dijo aburrimiento?

Cualquier cosa puede pasar hoy hasta las 23:59. Al ser una ventana de fichajes mucho más lenta que la de verano, la emoción nos tiene en vilo hasta el último segundo. Esperemos que no vuelva a pasar lo de Keylor aquel verano, que maletas en mano, con destino a Mánchester, se quedó esperando en las escaleras del avión.

El ritmo lento de fichajes de esta ventana se debe a que muchos de los clubes deciden mantener la plantilla que tienen hasta el final de temporada por diferentes motivos: la dichosa pandemia que ha dejado malheridos a muchos clubes que ya estaban tocados cuando llegó la COVID; la reducción de ingresos por la venta de entradas y por patrocinadores e inversionistas en números rojos. También hay que tener en cuenta las restricciones a la hora de viajar. Durante los últimos dos años se ha hecho difícil seguir a un futbolista en el campo por un periodo prolongado y esto ha repercutido a la hora de tomar decisiones. Incluso teniendo vídeos, estadísticas y todas las herramientas analíticas del mundo, no poder ver a un futbolista in situ ha frenado la actividad del mercado de fichajes. Además, aplazar partidos provoca que la evaluación de talentos sobre objetivos de última hora sea más difícil. Para complicar todavía más la situación, el proceso de toma de decisiones de la inmensa mayoría de los clubes de Europa es demasiado tortuoso. Intervienen scouts, analistas, el entrenador, el director deportivo hasta que llega a la junta directiva o a los propietarios y deciden si cuadran o no los números. Así, se ralentizan muchísimo las decisiones.

Siendo claros, no todos los directores deportivos son Monchis que encuentran a Rakitics, Papus o ahora Tecatitos. El mercado de fichajes de enero está repleto de jugadores con falta de minutos, con la consecuente necesidad de varias semanas de adaptación o cuyo estado de forma ha experimentado un fuerte declive. Por eso, muchos equipos que sufren para liberar fichas y hacer encajar el fair play financiero deciden mantener su actual masa salarial, tirar hacia delante como puedan y por mucho que quieran y deban prefieren no gastar en esta ventana.

Solución. Algunos clubes, aun sabiendo que sus mejores futbolistas acaban contrato este verano y que no recibirán un duro por ellos, prefieren encomendarse a ellos para conseguir los objetivos, que recibir una pequeña cantidad a mitad de temporada.

¡Ay nuestras maravillosas canteras! ¿Por qué hay que desperdiciar el gran trabajo de los preparadores de nuestra casa que su única ilusión es formar talentos para abastecer al primer equipo? A ver si los nuevos propietarios, recién llegados al fútbol, quienes no solo leen en clave deportiva sino económica, dan rendimiento a las inversiones de la cantera y las jóvenes promesas tienen la oportunidad de jugar en el primer equipo para construir conjuntos de forma más gradual y sostenible.