Los guiones del deporte pegan giros muchas veces imprevisibles. Es parte de su magia. El miércoles presenciamos, por ejemplo, cómo Felix Auger-Aliassime acorralaba a Daniil Medvedev contra pronóstico, y cómo el número dos daba luego la vuelta al marcador de manera igual de inesperada. En el Europeo de balonmano hemos vivido situaciones parecidas. Ese mismo día, durante el Dinamarca-Francia, el rival de semifinales de España cambió varias veces: Islandia, Francia y, definitivamente, tras remontada de los Bleus de cinco goles, Dinamarca. Los tres resultados posibles otorgaban tres rivales diferentes. Y cayó el coco. Claro, que nada de esto hubiera ocurrido si Suecia no hubiera neutralizado los cinco tantos de ventaja de Noruega, que hubieran relegado a los Hispanos a la segunda plaza. Esto es deporte.