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Haaland y el síndrome de Bale, Hazard...

La hoja de ruta está trazada desde hace tiempo en el Despacho Oval de Florentino. Primero, cerrar formalmente el fichaje de Mbappé. Solo falta la firma protocolaria entre ambas partes, pero no se dirá nada hasta después de la eliminatoria de Champions: 15 de febrero-9 de marzo. Segundo, una vez solventado el trámite del crack del PSG (en realidad está todo hablado y apalabrado desde hace meses), el club acometerá la Operación Haaland. Nadie duda de la calidad del gigante noruego. A sus 21 años aparece como el gran goleador de la próxima década. El nuevo Lewandowski, para que nos entendamos rápidamente. Solo imaginar a Mbappé, Haaland, Benzema y Vinicius juntos te eriza el cuero cabelludo.

Pero siempre hay un pero. A pesar de tener un aspecto más cercano a un Terminator o un Cyborg, su físico está crujiendo demasiado en las dos últimas temporadas. Entre la cadera y la lesión sufrida esta última semana se va a perder casi 20 partidos en este curso. Demasiado para un tipo que parece un coloso más grande que la mismísima Puerta de Brandenburgo.

El Madrid no se echa atrás porque sabe que con 21 años todo tiene arreglo. No obstante, no olvidemos que Gareth Bale llegó como un galgo galés que surcaba los mares por la banda izquierda y a partir de 2015 pasó lo que pasó. Y qué les voy a contar de Hazard que no sepan. El belga era un jugador top en la exigente y electrizante Premier y aquí ha pasado más tiempo en manos de los fisios de Valdebebas que calzándose las botas. Haaland es objetivo claro, pero que el padre del chaval y Raiola no se suban a la parra. Su Madelman no es irrompible.